jueves, 31 de diciembre de 2009

Lejos

Pongamos que consigo escribir un relato en cada doblez de este papel de dos caras por dos por dos. Por los dos dobles, o desdobles debería decir. Y lo grapo, y se queda en él el sudor y amarillean los¿las? dobleces y todas ellas. De los ocho mundos en cada hoja, o habitaciones más bien, siendo austeros.

Aun con todo, tal vez esas habitaciones le interesasen a alguien, tras haber yo muerto, o suicidado¿me?, o lo que fuese que sea y viceversa. Podrían subastar el grapolio de hojas y un anónimo desde Taiwan lo compraría por miles de dólares, habiendo competido antes con un francés. Sería bonito saber que alguien me quiere así, como quien mira un cuadro. Pagando tanto, y eso.

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L'aquoiboniste - Jane Birkin

lunes, 28 de diciembre de 2009

And I knew if I had my chance...

No serían ni uno ni dos los campesinos que en la puntiaguda Edad Media hubieran nacido con el don de crear música. Aldous, tarapampabuelo de alguno de nosotros, pasó toda su vida, aparte de entre ratas infectadas de peste bubónica y olor a heces bovinas, obsesionado con melodías celestiales. De vez en cuando se sentaba afuera de la catedral en la ciudad, y con suerte había un concierto o una misa y podía escuchar los escollos de lo que sólo nobles y clerecía parecían merecer. Escuchaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

Por el camino, emocionado con el vivo recuerdo, componía en su cabeza sinfonías imaginando a la perfección cómo sonaban y se cruzaban los primeros y segundos violines, violas y bajos, o aventuraba alguna fuga de órgano. Al volver a la labor del huerto explicaba detalladamente al aire cómo era cada una de las voces; moviendo los brazos enérgicamente las cantaba una a una. Cuando el viento pasaba a través de las hojas y silbaba, imaginaba sus instrumentos tocando, su música, y lloraba emocionado con el cielo que entonces rozaba con los dedos. Y jamás supo qué era un pentagrama, una tonalidad, ni un círculo de quintas, ni quién era es tal Johann Sebastian del que tanto hablaban.

Ahorrando durante dos años compró un laúd, y con ello consiguió hacer algunas canciones que entretuvieran a borrachos en los bares de la pobredumbre. Y en eso quedó todo, no pudo hacer más. Ni siquiera se casó. Al final quienes mejores conocieron su obra fueron sus hortalizas, las cuales ya sea por causas inciertamente científicas o simplemente metafísicas, crecieron más grandes y jugosas de lo normal.


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El dilema de siempre, no sé si la brevedad está bien o es que soy incapaz de escribir algo con más cuerpo.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Pasada ya la escena de los jadeos, qué digo jadeos sino gritos, era curioso cómo hasta la nimiedad de tragar saliva cortaba el aceitoso silencio. La margarina usada con tanta lascivia era ahora el olor impregnado por el cuello, y margarina era el aura luminífera de la luna en su pelo.
Curioso era, cómo el movimiento trapezoide terminaba y nuestros corazones nos golpeaban a nosotros, cuerpos muertos, tablas de planchar con protuberancias.
Que una mano jugase en el ombligo a contraer y estirar, por llenar la nada.

Y que el perro ladrara al gato, sí, ahí afuera, donde el mundo seguía. Donde el gato araña el árbol subido a él por última vez, cauteloso y jadeante.

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No suelo escribir cosas así de ininteligibles, pero estaba nos han dejado en clase dos horas muertas y algo tenía que hacer.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Desde el momento en que salió de mi boca
aquel “Siempre te protegeré”
supe que era cierto lo que decía mi amigo:
que las relaciones vuelven gilipollas
a la gente.

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Que nadie se lo tome a mal, sólo se me ocurrió mientras volvía de comprar aquella pizza barbacoa tamaño familiar y me pareció gracioso.

viernes, 18 de diciembre de 2009

No te mientas;
si fueras él,
tampoco lo harías.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Noche

Borracho y perdido, gilipendiado por los giros del destino, anda un caballero en mitad de la noche. Guitarra en mano y traje modesto. Y da sus tumbos aquí y allá, delatores de sus copas de vino. Ni el trabajo, ni el casero, ni las pelis subtituladas de madrugadada le dirán a qué hora volver.

Esta noche el aire está caliente y el cielo vacío. Su cabeza parece seguir un ritmo distinto que el de sus pies, y las farolas, y la gente que pasa desdibujada a los lados. Y algún que otro al verlo con el instrumento dice algo del estilo eeeeh la guitarreta, o hace como que toca con una guitarra de aire.
Esto es algo que corroe considerablemente a nuestro antihéroe, pero va más allá de que se muestren como los gilipollas que son. Sí, es algo peor, una miseria más profunda. En su estado tal vez no está para tachar a nadie de miserable.
Nunca sabe cual será su última noche.

Se sienta en el banco de un parque y busca la luna, pero la luna no está. Por un momento, cree sentir enteramente los remolinos de aire rodeándolo a decenas de metros. Por un momento, acompañado de árboles, lo ve: esa gente le asquea porque nunca entenderán lo que es la música. Nunca entenderán que alguien pueda decir algo importante. Bueno, ellos nunca entenderán nada.

Se pone a decirlo en voz alta, riendo: vivís una broma, desgraciados, encerrados en...
Sigue con el soliloquio hasta una máquina de refrescos dónde, con dificultad al atinar la moneda, se compra una cerveza. Sin, claro. Al sentarse saca de su cartera la foto, esa foto otra vez, y se pone a mirarla mientras bebe. Tan bonita. Mañana la tiro, se dice, mañana.

-Señor, nos toca algo?
La cara le cambia. Levanta la cabeza y ve un par de adolescentes. Lo ha dicho el chico pero es la chica quien sonríe. Les mira tensamente y ellos siguen esperando. Coge bien su instrumento y dice:
-Yo? Yo a vosotros? Claro hombre, cantaré algo bonito para que os podáis ir cogiditos de la mano a tu casa a follar ¿no? - Los jóvenes apresuran a darse la vuelta, asustados por las palabras y su dificultosa dicción. Él sigue - Estáis solos, es que no lo véis? No lo entenderéis nunca! Sois tantos que estáis solos! Todos! Solos!
Para cuando pronunciaba el último solos ya no había nadie cerca. Y se puso a tocar.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Anuncio

Busco mecenas, musa y editor. Hagan cola delante de mi casa. Les recibiré con la sonrisa más falsa que tenga y ya tendremos tiempo de intimar.

Traeré un poco de whisky o ron, he oído que gustan de ello. Podemos escuchar un poco de Brahms mientras nos quedamos cerrados en nuestras butacas, ver la eclíptica del sol en la pared del comedor, sonreír recordando aquello de que cualquier tiempo pasado...



Stranger Song - Leonard Cohen.
Letra

The stranger song, sí, por tercera o cuarta vez, pero no importa, es perfecta, y además podemos debatir en nuestros sillones si lo del final es una lágrima o sudor.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Has venido a confesarte?

Recuerdo cómo nos encontrábamos en los baños de las chicas las horas sueltas, cómo no recordarlo. Me esperaba tan deseable, con el pelo revuelto y esas medias tal como me esperó el primer día, y me echaba adentro sin decir nada. Allí empujaba mis pantalones abajo y su falda hacía arriba, comenzábamos nuestro rito y la temperatura subía rápidamente.

Conocía lo que era el asco, como el que veían a veces en mi pelo, en mi cara, en mis actos: en la suma exponencial de todos ellos. E imaginaba que en aquella situación era aún peor, con el sudor y el movimiento animal. A ella parecía no importarle, y eso era lo mejor de todo. Aunque fuera en algo tan trivial, aunque no supiera mi nombre, aunque hubiera otros; eso daba igual.

Aun con todo sabíamos que era humillante y por ello no decíamos nada. Si. Mm. Ya. Mm. Hasta aquel /tienes algo en el pelo/ que recibió entre risas un día me resultó fuera de lugar.

Más que el miedo a que nos encontrasen, en mitad del acto lo que me sobrevenía era pensar en qué pasaría si me enfrentase a aquello. Si alguien pudiera saber de lo que hicimos, ya fueran vivos o espectros errantes. Tal vez estos pensamientos extraños se apoyaban en el humo del cannabis que se colaba por la estrecha ventana, llegado desde el rincón de los fumetas. De allí he visto a profesores sacar alumnos inconscientes en más de una ocasión, lo juro.

Por qué me iban a juzgar esos extraños espectros, si era lo único que daba sensación de escapar. Sí, a pesar de hacerlo en un metro cúbico rodeado de tres paredes de madera y una de azulejo. Ante eso se van el asco y la culpa y todo. Así que una vez terminábamos, al salir al pasillo de nuevo mientras ella se quedaba por la zona, ya no me importaba que alguien me viese pasándome el último botón del pantalón.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Incorrección

Me han echado fuera de clase por reírme del profesor de física. Mientras, he de copiar veinte veces /Me comportaré como un alumno de segundo de bachiller/. Y con buena letra, oiga.

Es gracioso, porque desde los 12 años me han dicho que ya soy mayor para ciertas cosas. Que sí /eso te parece normal/, y demás fórmulas con intención de humillar. Que /debería/ madurar. Me hace gracia cuando usan la palabra deber. Llevo cinco copiadas (¿no sería mejor que fuese copiando por trozos en horizontal, para cogerles práctica?)

Entiendo que quiera que rinda en clase, que no moleste a los demás…pero en la recomendación termina su trabajo, joder. Y en la corrección de los exámenes, obviamente. Que intenten desplazarlo a un terreno moral con ese /debes/ es algo que me asquea. Si mi risa fastidia la clase, que me eche, pero que no intente hacer que me arrepienta, eso ya es cosa mía. Porque no habéis visto la que me ha montado delante de todos. Pues anda que no me río yo de mi patético aspecto, de mis patéticas aspiraciones y fracasos. Y de los de mis amigos. Sin la risa, una risa cruel además, el mundo nunca avanzaría. Empieza a doler la mano eh. Quince van.

Que madure dice. Claro, voy a madurar tanto que me voy a ir quedando calvo y atrapado en un trabajo que odio, como él. Por supuesto, me va a salir madurez por las orejas. Diecinueve. La madre que lo parió. Veinte.

¿Me estoy justificando a mí mismo en mi propia cabeza? Dios, eso sí que es estar enfermo. Anda, un viejo pasa por la calle. Bendita perspectiva aérea. Sólo he gastado la mitad del papel para las frases, que ahora que veo han quedado un poco tuertas. Arranco la mitad que sobra y hago una bola de papel. Apunto desde la ventana…

Muahaha, en toda la calva. Me escondo de nuevo, agachado, echando a reír sin control. Dios, y pensar que en un año ya no podré hacer esto.


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Como decían en Mayo del 68;
No os fiéis de los mayores de 30.

Fais moi mal - Boris Vian

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Infinitivo

Como el pitido del teléfono cuando aún no has marcado. Una frecuencia ácida y chirriante. Así era el dolor de cabeza que aquella noche, la más sufrida que mi cama ha presenciado, me sobrevino tras la visita a la clínica.

Con las manos apretaba fuertemente la cara, por los ojos y nariz tan fuerte que cortaba el riego y deformaba el cartílago. Asimismo, los dientes apretaban fuertemente y estos se aplastaban contra las encías, que sentía débiles, adormecidas. Calmando el dolor. Todo ayudaba.

De uno de los lóbulos bajo la carne de los labios, siendo tal el tormento, mordí hasta hacerme sangre. Bebí de la botella al lado de la cama, sin poder evitar que algo de sangre se escapase. Entonces se arremolinaba en mitad del agua. Era como un sueño horrible, y procuraba no pensar ni en el momento, ni en el mañana, ni en nada.

Sentía la cabeza acelerar y decelerar con el mínimo movimiento. Por supuesto sin poder dormir. Quería convertirme en un diminuto punto, reducirme hasta que el dolor quedase fuera de mi esfera. Me sentía una mancha chirriante. E iba a más.

¿Es que esta mierda no va a hacer efecto nunca? Cogí el prospecto y revisé las dosis…estaba bien, esto de…anti-inflamatorio? Dios, dios. Me levanté con las piernas temblorosas y fui tambaleándome por el pasillo, poniendo las manos en las paredes, hasta la cocina. La sobreimpresión de la luz atacó mis ojos. No sabía qué hora era, no sabía qué era nada.

Eché afuera todo el estante de los medicamentos y busqué unas aspirinas. El Valium y la Doxilamina parecían reírse de mí. Encontré el Efelgarán justo detrás de ellos. Cogí una pastilla y lo metí en un vaso de agua, para ir directo a mí boca. El chirrido seguía en el aire, en mi cabeza, en los muebles.

Huí a un rincón de la cocina con las piernas apretadas contra el pecho. Unas lágrimas calientes, muy calientes, resbalan por las mejillas. Y balanceando hacía delante y atrás, rezaba para que aquello pasase de una vez. Que se vaya por favor.
Que se vaya.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Fortuna

Pasé toda mi vida bajo la influencia del número 34. Como un jugador de ruleta, estaba convencido de que mi destino estaba en manos de aquello.

Empezó en la temprana adolescencia. Aparecía en todas partes. De las pocas veces que miraba la hora, lo encontraba allí. Iba por la calle y estaba en las casas. En las fechas. Jamás me dediqué a decir /mira, ahí sale un 43, que es al revés, o un diecisiete que es la mitad. No. Algo ahí arriba estaba jugando a inundarme en 34’s. Y pasé mi vida pensando que tal vez aquello me preparaba para una decisión, de la cual dependería que todo me fuese bien o me fuese mal.

Pensaba que el viejo que siempre encontraba justo cerrando la puerta 34 de aquella calle, podía ser un magnífico escritor que estaba destinado a conocer sólo yo. O que aquel pack de novelas por 34 euros que vi en el rastrillo aguardaría una literatura deliciosa. Aun con todo, no era una cuestión de creer en /la suerte/. La suerte para mí nunca existió.

¿Y además, me vais a negar que suena aparatosamente bien? Treintaycuatro. Yo estaba en ese número. El orden de lo desagradable, la estabilidad en lo rugoso.

Me metí en una filología y compré aquel garaje con el número 34 de una polvorienta ciudad. Publiqué un libro que nadie leyó. Lo intenté con otro y no me lo publicaron. Ahora me veo con 34 años, y puedo aceptar que soy un completo fracasado. Tal vez me equivoqué al apostar al rojo. Pero al diablo con todo, ha sido mi fracaso, más mío que mil victorias ajenas, y eso no me lo quitará ni la fortuna ni nadie.

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Ocho y medio - Nacho Vegas

martes, 3 de noviembre de 2009

Impulso

Sabía que era especial. Lo sabía por la ropa ligeramente descuidada, por las gafas rojas, la forma de cruzar los brazos como diciendo /mi tiempo vale más que esto/.
Al ver una chica así en el tren, intenté imaginarme su vida, su casa, sus lecturas, sus pensamientos… pero era luchar contra mi naturaleza: era inevitable que me imaginase dándole un orgasmo. Cuando en mitad de una conversación sonreía, conservaba el fotograma en mi cabeza y lo transformaba en una cara de placer, en el cual ya la hacía temblar, hacer ruiditos y todo eso.

Tal vez en el cruce de miradas lo haya advertido. Por eso tiendo a no dejar que me miren a los ojos, que me vean adentro. Porque esas cosas, en especial ellas, en seguida lo ven. Y sonreía cruelmente porque lo sabía. Estaba en su cabeza el “¿Quieres, eh?” Y eso me acrecentaba más el fuego, y todo era absurdo.

Miré alrededor y miré a los demás adolescentes. Habían subido hacía unas pocas paradas, y desde entonces hablaban y hacían bromas a voces. Chicos y chicas. Toda aquella alegría me hizo sonreír un buen rato, pero hubo un punto en el que me asqueó. Los imaginaba en sus habitaciones, cada uno tocándose en sus frías camas, y pensé que era una pena que perdieran el tiempo hablando para luego estar escurriéndose entre sus cuatro paredes, pudiendo hacérselo entre ellos.

¿Pero estaba yo enfermo, lo estaban ellos, lo estábamos todos? Tal vez tenían en la cabeza exactamente la misma mierda. ¿Era acaso mi deseo más intenso, más real? No había forma de medir algo así. Lo gracioso es que yo solía decirme a mí mismo que admiraba a las chicas de una forma más /elevada/… ¿pero entonces qué era aquello?

Empezaron, agotadas las energías, las escenitas de cabezas de chicas sobre pechos de chicos. Vaya, tal vez sus camas no estuviesen tan frías como pensaba. Volví a la chica de las gafas rojas. Sonreía mirando por la ventana. Me sentí sucio. Por encima de la candidez de su sonrisa, de la brillantez de su piel, estaba la almizcleña idea de echarla a tierra y hacérselo allí mismo.

Pasé el resto del viaje mirando al suelo, afectado una tremenda e indefinible vergüenza.

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Ficción literaria, claro que sí.


Que te vaya bien, Miss Carrusel - Nacho Vegas

miércoles, 28 de octubre de 2009

Carga

El día que el chico de atrás se suicidó, era un día normal. De clase.
Lo encontraron en la bañera, 6 horas después, calculan los médicos. Hay quien dice que lo notó distante ese día, y quien dice haberlo visto como siempre.

La críptica frase encontrada al lado sobre un papel: “No os preocupéis, solo lo entendí”
Las habladurías corrieron.

Todos se preguntaban qué era lo que había entendido. Se empezó a interrogar a amigos, sobre si le había pasado, visto u oído algo que le hubiese dolido, si sabían a qué se refería. Lastimosa necedad.

La profesora de literatura, creyendo haberla entendido, la hizo ver a los alumnos como un magnífico ejemplo de miniaturización literaria: en seis palabras estaba su vida, estaba su muerte. Los padres se enteraron y lo consideraron una falta de respeto.
El de filosofía también creyó entenderla, y se torturó por ello.
El existencialismo entraba en el temario, no era culpa suya, no.

Se discutió si la frase podía ser el epitafio que deseaba.
Finalmente fue lo que pusieron en la lápida. A los días descubrieron bajo la mesilla de la habitación sus últimas voluntades. El viento debió habérselas llevado.

Por desgracia quería otro epitafio. Además de una canción para el entierro, y nada de pésames. Demasiado tarde.
Se reanudaron las clases, reinando el silencio. Era innecesaria aquella solemnidad.
Nadie entendió que no había nada que entender.

lunes, 19 de octubre de 2009

Antaño

Sí, en aquellos tiempos tocar la guitarra era algo bien difícil.
Tus padres no te compraban una guitarra así como así, sino que te hacían trabajar para que después de un par de meses, te alcanzase para comprarte una de mediana calidad.

Entonces te emocionabas tanto por poder tocar como tus héroes radiofónicos, aquel tácito Cohen, el inspirador Dylan, los coloridos Beatles.

Para sacar las canciones debías tener un buen y experimentado oído, y según qué canciones, también unos experimentados dedos. Aunque no había quien pudiese con los intrincados temas de los grupos que despertaban en la época de la psicodelia.

Fíjate tú, que si jugabas a buscar otras afinaciones, luego para volverla a dejar en estándar no había afinadores electrónicos como ahora. Por eso tenías que descolgar el teléfono y escuchar el La que te daba el auricular y ajustar así la segunda cuerda, y a partir de eso todas las demás, con sus cuartas y quintas. Eran trucos que ibas sacando.

Y veías a esos chicos que habían montado un grupo y que sonaban tan bien y te morías de envidia. Con tus amigos comentabas, mientras tomabais algo en la cafetería, que eran unos niños de papá, pero en el fondo sabías que eran buenos. Y a ti te gustaría que alguien escuchase tus pocas canciones, pero nunca tuviste la oportunidad.

Según pasaba el tiempo, dejabas a un lado el acné y las guitarras y te buscabas un trabajo, pero siempre recordando aquellos días tan musicales, sonriendo al ver por la televisión que un chico muy parecido a ti sí llego a triunfar. Ahora todo es diferente.

Tal vez por todo esto, como dicen esos entrañables padres tirando a abuelos, ya no se hace música como la de antes.

viernes, 16 de octubre de 2009

Al final

Sentada en su esquina, muda y ceniza,
En la ventana veía llover
Echaba la mochila a diario en su silla
Y allí con su calma dejaba entrever
La sonrisa amarga de aquellos que sienten
su tiempo echarse a perder.

Y si se sienta al fondo
Dejadla que ya es mayor, decíamos
Y si pasa así los años
Dejadla que ya es mayor, decíamos
Hasta aquel día…

Llevaba siempre esa especie de brillo en los ojos
Como si acabase de llorar
Le hubiese hablando, un hola o un qué pasa
Pero por si acaso dije mejor no
Por si era un extraño o no me quería cerca
Si prefería el silencio siendo una sombra

Si se sienta al fondo
Dejadla que ya es mayor, decíamos
Y si pasa así los años
Dejadla que ya es mayor, decíamos
Y un día no volvió

Y nunca supimos si fue por un chico
Por algo de casa o existencial
Ni lo que escribía en las hojas rayadas
Que llevaba sueltas y sin ordenar
Ni si nada hubiese pasado
Si alguien…

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Seguramente le haga retoques, pero es una canción que he sacado.

sábado, 10 de octubre de 2009

A veces

A veces pienso en las chicas como cifras, como porcentajes.
Y pienso: en este pueblucho has 25000 personas. La mitad, 12500, mujeres. Según la pirámide de población, 700 de ellas adolescentes. De entre todas ellas, unas más y otras menos, pero todas bellas, me pregunto cuántas sabrán ciertas cosas. Cuántas han leído tal libro o visto tal peli.

A veces voy a una librería de un pueblo cercano, cuando estoy de paso. Allá hay una dependienta joven, de pelo liso y negro, y una nariz pequeña. Gafas de pasta y pecas. Y le pregunto cosas, le pregunto por novelas distópicas, por beatnicks, los rusos, todo eso. Son cosas que ya sé. Pero es que verla contestando con esa dulzura, como si sabiendo mi placer proporcional a la extensión de su respuesta… Ni siquiera sé si me recuerda cada vez que voy, o si contesta así a todo el mundo o solo a mí, pero al hacerlo me vuelve esa…esperanza, ese nosequé.
Luego me vuelvo a mi casa y a veces me masturbo.


A veces también, los fines de semana o en verano, me da por salir de noche. O sea, no en el sentido típico, sino salir solo, disfutar del aire y el olor. Uno de mis pasatiempos favoritos es perseguir a parejas y ver lo que hacen. Sí, sé que suena enfermizo, pero no creo que sea para tanto. Cuanto mas jóvenes mejor: los adolescentes tienen una gran fogosidad, no como esas parejas de veinteañeros que no saben mas que hablar de chorradas, /cosas de mayores/. No, los jóvenes caminan un rato, generalmente hasta un parque o portal, y alla los observo tras un seto o una esquina. Se tocan y besan, e incluso a veces el chico improvisa unas palabras bonitas.

Luego vuelvo a casa y a veces me masturbo con cierta furia.
En la misma cama me voy acalmando, hasta que me quedo dormido.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Servicio

Aquella noche fui al restaurante más caro de la ciudad, reserva previa y todo eso, y pedí un vaso de leche con una palmera de chocolate. Me había presentado con la ropa de un día normal, y con la libreta medio escondida por si sobrepasaba los límites de su paciencia. Aunque había elegido mesa junto a la ventana, en el momento en el que el estirado camarero me sirvió cambié de idea y quise estar en mitad de todos; deseé inmiscuirme en aquel lujoso vertedero. Pero al no saber si podía hacerlo o no, simplemente esperé a que no me viese ningún hombre de uniforme. Con la libreta bajo el brazo llevé en una tanda el platito del vaso a la otra mesa y luego, vigilando de nuevo, volví a por el de la palmera.

Éste ultimo tenía el chocolate medio fundido, que se olía aunque lo alejases de tu cara, y al probarlo con el dedo lo noté un poco cargado para mi gusto. Situé los platos y puse la libreta a la derecha, abriéndola por una nueva página. Con los cubiertos era imposible comerme aquello, así que partí un trozo de palmera con los dedos, lo metí en la leche, y luego en mi boca. Miré alrededor sin saber si prefería que esa gente se fijase en mí o que no les importase en absoluto. Cogí el boli esperando que algo saliera de todo aquello.

Y a los cinco minutos, tras unos pocos mordiscos de chocolate, rodeado de aquellos saltrapas, con sus abrigos de piel, rolex y pedrolos varios, el bolígrafo emanaba frases casi sin pensarlo. Me venía a la mente la visión externa de las ventanas estallando, salpicando la calle de trozos de vidio, carne y dinero. No me malinterpretéis, yo no los odiaba por su dinero, sino por sus cabezas llenas de dinero.

Cada vez con más despreocupación, combinaba el escribir con el comer. Si pudieséis leer las páginas originales, os encontraríais aún con un par de manchas de chocolate. Me vinieron a la cabeza cinco grandiosas ideas, y de cada una parí un relato diferente. De una página, eh. Aquel restaurante era una mina, en especial por los detalles. Las estúpidas conversaciones que oía en las mesas cercanas, las risas, los movimientos: todo lo que hacían esos gilipollas era aprovechable. Aunque no era mi idea, seguí escribiendo tras terminarme la palmera y la leche.

Cuando me cansé pedí la cuenta y un larguerucho la trajo, pagándosela yo al momento. Con los restos aún en la mesa, con discreción me puse la cucharilla y el tenedor en el bolsillo. El cuchillo, aunque no era afilado, lo escondí por prudencia entre las páginas de la libreta. Y me fui.

Dado el nivel de lo que escribí en aquellas dos horas y media, fueron los 15 euros mejor invertidos de mi vida.

Algún día

Esta noche ha habido una intensa tormenta y la luz se ha ido varias horas. Como antaño, los rayos alumbraban fotogramas de azul, una leve ayuda para mi búsqueda de un móbil, un mechero, o lo que fuese. Y fue cuando buscando en los cajones de mi habitación la ventana se abrió de par en par hacia adentro, golpeando fuertemente en la pared y haciéndome recordar aquello.

Cuando yo era pequeño hubo una tormenta casi tropical, era por la tarde y estaba solo. Los truenos me daban un miedo atroz, tanto que llamé a mi madre para que viniese, pero al estar trabajando me dijo que hiciera una cruz de sal. Ya sabéis, una treta del estilo rezar a san nosequién; con los niños funciona. Hice una en la mesa y me acurruqué en una esquina de la cama esperando que todo pasase. Pero la fuerza del viento deshizo el cordón entre las ventanas y por el reflejo cerré los ojos con fuerza. Se escuchó aquel golpe del vidrio en la pared y el aire frío y la lluvia me dieron en la cara como el aliento de un gigante.

Corrí a cerrarlas de nuevo con un nudo más fuerte. Pero cuando lo hice el sonido del viento se ensordeció, y fue algo que eché de menos, una sensación extraña. Al acercarme a la ventana, puse la mano sobre el cristal empapado y a través de él vi lo que era el desorden, la furia, y supe que debía /sentir/ aquello.

Me puse unas zapatillas y bajé a sentirme golpeado por las ráfagas de viento y agua. Corrí como si a través de un bosque, porque sólo se alcanzaba a ver unos pasos más allá. Y casi me pilla un coche, pero seguí corriendo y todo me dio igual. Quería volar. Volví empapado y casi cogí una pulmonía, aunque no me habría importado. Cuando me preguntaron, dije que volvía de la biblioteca y me cogió la tormenta.

Desde pequeño he sabido que yo estaba hecho para eso. Para la adversidad, para sobrevivir. No podía entender por qué la gente aspiraba a una /vida fácil/. También tenía esas fantasías de descolgarme una noche por mi ventana de primer piso; caer en el techo de un coche, bajar y dar un paseo con la luna saludándome, para volver silenciosamente a mi habitación. O no volver. Sabía que estaba hecho para algo grande, aun sin saber qué, aunque los demás no me aplaudiesen.
Los demás querían ser pilotos, astronautas o futbolistas.
Yo me quedé con los pies en el suelo, pero sabiendo muy bien cómo volar.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Amapola

Una noche de Agosto, rozando el umbral de la inconsciencia sobre mi cama, sonó /eso/. Lo oí vibrar sólo un segundo en el cajón, pero no hubo lugar a dudas de que era /eso/.
Me sentí desconcertado, golpeado por una taquicardia y azotado por el pensamiento de que ojalá fuera una cucaracha y no /eso/.

Me puse la camisa y los pantalones, una simple ilusión de seguridad, ante la expectativa de tal advenimiento. El móvil que llevaba tantos meses sin cargar, por dejar de tener el único uso que en su día tuvo. Al abrir el cajón, una luz podría cobijar más terror que mil sombras. Y es que aún estaba a tiempo de dejarlo pasar. Pero estúpido lo hice; lo cogí con la mano, lo abrí y lo sentí caliente, como si fuera mi propio corazón. Dos llamadas perdidas. Con el tiempo se entremezcla todo y ya no sabes qué viste antes o después, o qué es lo que en realidad soñaste.

Aunque ardía por dentro, no quise recurrir a algo estúpidamente visual como lanzarlo contra tierra o por la ventana. Simplemente fui a la cocina y lo tiré a la basura. Lo que sí que es cierto es que al volver, me senté en la cama y me puse a llorar.

/Eso/, casi sin tocarme, sólo reencontrándome, me había calcinado.

Stand-by

Tweedle-Dum y Tweedle-Dee
decidieron batirse en duelo;
pues Tweedle-Dum dijo que Tweedle-Dee
le había estropeado
su bonito sonajero nuevo.
Bajó entonces volando
un monstruoso cuervo, más negro
que todo un barril de alquitrán,
¡y tanto se asustaron nuestros héroes
que se olvidaron de todos sus duelos!
-Lewis Carroll (A través del espejo)


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Perdón por este mes y pico en que no os he leído.
Os parecerá una tontería pero leer lo que algunos escribís era algo que me importaba. Pero entre el viaje y que volví algo desganado en ese aspecto...
Estos días lo haré.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Noche

Borracho y perdido, gilipendiado por los giros del destino, anda un caballero en mitad de la noche. Guitarra en mano y traje modesto. Y da sus tumbos aquí y allá, delatores de sus copas de vino. Ni el trabajo, ni el casero, ni las pelis subtituladas de madrugadada le dirán a qué hora volver.

Esta noche el aire está caliente y el cielo vacío. Su cabeza parece seguir un ritmo distinto que el de sus pies, y las farolas, y la gente que pasa desdibujada a los lados. Y algún que otro al verlo con el instrumento dice algo del estilo eeeeh la guitarreta, o hace como que toca con una guitarra de aire.
Esto es algo que corroe considerablemente a nuestro antihéroe, pero va más allá de que se muestren como los gilipollas que son. Sí, es algo peor, una miseria más profunda.
En su estado tal vez no está para tachar a nadie de miserable. Nunca sabe cual será su última noche.

Se sienta en el banco de un parque y busca la luna, pero la luna no está. Por un momento, cree sentir enteramente los remolinos de aire rodeándolo a decenas de metros. Por un momento, acompañado de árboles, lo ve: esa gente le asquea porque nunca entenderán lo que es la música. Nunca entenderán que alguien pueda decir algo importante. Bueno, ellos nunca entenderán nada.
Se pone a decirlo en voz alta, riendo: vivís una broma, desgraciados, encerrados en...
Sigue con el soliloquio hasta una máquina de refrescos dónde, con dificultad al atinar la moneda, se compra una cerveza. Sin, claro. Al sentarse saca de su cartera la foto, esa foto otra vez, y se pone a mirarla mientras bebe. Tan bonita. Mañana la tiro, se dice, mañana.

-Señor, nos toca algo?
La cara le cambia. Levanta la cabeza y ve un par de adolescentes. Lo ha dicho el chico pero es la chica quien sonríe. Les mira tensamente y ellos siguen esperando. Coge bien su instrumento y dice:
-Yo? Yo a vosotros? Claro hombre, cantaré algo bonito para que os podáis ir cogiditos de la mano a tu casa a follar ¿no? - Los jóvenes apresuran a darse la vuelta, asustados por las palabras y su dificultosa dicción. Él sigue - Estáis solos, es que no lo véis? No lo entenderéis nunca! Sois tantos que estáis solos! Sois la misma gente, todos!

Para cuando pronunciaba el último solos ya no había nadie cerca. Y se puso a tocar.

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A partir de ahora escribiré...diferente.
He estado de viaje, así que me falta ponerme al día en lo que hayáis escrito.
Hazey Jane - Nick Drake

viernes, 7 de agosto de 2009

Nowhere

There's a forest in the middle
of the vacuum of the city.
With threes that smelt like wine.
I like how it seem that they call me
to forget about made me cry.

I sat at a bank at three
Couldn't walk or see too much.
Anyway, had nowhere to go.
When sein' that people passing
Only want drink some beer.

Woke up at nine or around
and a girl sat in front of mine.
She might think I was drunk,
but baby is not my liver what
you should take care of.

Couldn't found my house and
moon laught seing me in street.
What i'm doing here?
When sein' that people passing
Want to disappear in breeze.

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Esta tiene harmónica y me gusta.
Ayer vi la luna rojísima rozando el mar.

viernes, 31 de julio de 2009

II

I think sea is depressing
seagulls eat rubbish
seahorses love each other
and all means nothing.

Moon's shiny when white
furious when red
refreshing when blue
and all means nothing.

Sky's calming when blue
disturbing when red
discouraging when grey
and all means nothing.

I see the roads dividing
couples breaking up
men crying in the corners
and all means nothing.

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Sí, la segunda.

lunes, 27 de julio de 2009

Hope

Every single lonely night
A skinny light appeared on the sky
Constant bright into the dark
As god made it beautiful and warm
But so far, so far…

Every single lonely night
She seemed bigger at my sight
She seemed clearer in my mind
Could be a dream or some alike
But so far, so far…

Every single lonely night
I had to go making my way
Thinking probably someday
She would come here to stay
But so far, so far…

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Lo siento por los que no manejen inglés, pero es la letra de mi primera canción.
Lenta e intimista, of course.
Un sospiro - Liszt

jueves, 23 de julio de 2009

Carga

El día que el chico de atrás se suicidó, era un día normal. De clase.
Lo encontraron en la bañera, 6 horas después, calculan los médicos. Hay quien dice que lo notó distante ese día, y quien dice haberlo visto como siempre.

La críptica frase encontrada al lado sobre un papel: “No os preocupéis, solo lo entendí”
Las habladurías corrieron.

Todos se preguntaban qué era lo que había entendido. Se empezó a interrogar a amigos, sobre si le había pasado, visto u oído algo que le hubiese dolido, si sabían a qué se refería. Lastimosa necedad.

La profesora de literatura, creyendo haberla entendido, la hizo ver a los alumnos como un magnífico ejemplo de miniaturización literaria: en seis palabras estaba su vida, estaba su muerte. Los padres se enteraron y lo consideraron una falta de respeto.
El de filosofía también creyó entenderla, y se torturó por ello.
El existencialismo entraba en el temario, no era culpa suya, no.

Se discutió si la frase podía ser el epitafio que deseaba.
Finalmente fue lo que pusieron en la lápida. A los días descubrieron bajo la mesilla de la habitación sus últimas voluntades. El viento debió habérselas llevado.

Por desgracia quería otro epitafio. Además de una canción para el entierro, y nada de pésames. Demasiado tarde.
Se reanudaron las clases, reinando el silencio. Era innecesaria aquella solemnidad.
Nadie entendió que no había nada que entender.

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Papá cuéntame otra vez - Ismael Serrano

martes, 21 de julio de 2009

Apagamiento

A mí antes me gustaba la música clásica. Me apasionaba, llegaba a lo físico; podía hacerme llorar, bailar, derretirme o encenderme. Pasó un día que dejó de ser así, y vale, podía entender una obra lógicamente, incluso disfrutarla en ese aspecto...pero en fin, no era lo mismo.


En esos momentos, el concierto me resultaba aburridísimo (¿Es este el Mesías del que tanto he oído hablar?) Y aprovechaba para mirar el techo, y perderme allí en los pensamientos, con la música de fondo. (¿Si me aburre, no será acaso culpa del autor, o soy yo que no lo entiendo?)

Por lo general estaba lleno de viejos que buscaban matar el tiempo. En el banco de la izquierda una mujer convencía a sus hijos para aguantar un poco más. A la derecha, había un vagabundo de los de barba y gorra, con los ojos cerrados plácidamente . (¿Está disfrutando de veras?!)
Estuve absorto y enfurismado un rato, pues me dolía pensar que un indigente entendiese y disfrutase aquello mejor que yo. No lo merecía.

Pensé para aliviarme que tal vez se estaba durmiendo (sí, eso es!) pero cuando llegó el magnánime Allelluyah, salí de dudas, pues empezó a canturrear la melodía alegremente. Dios, al principio lo odié, pero luego, inexplicablemente, deseé volver al principio de la obra porque sentía que la disfrutaría de verdad.
No. No
Empecé a llorar porque había entendido que no era así, que jamás volvería aquello. Mientras, los metales y la percusión sonaban atronadores, y el murmuro los acompañaba, y cuanto más alto, más muerto me sentía. Llegó el unísono final y el público irrumpió en aplausos. ¿Por qué me resultaba todo tan apagado? Sentí miedo al pensar en cómo arrastraría los días a partir de entonces, porque ya no era sólo eso, era todo. En cuanto me di cuenta, el vagabundo ya no estaba.

Salí de la iglesia aún con las mejillas calientes, e, inusual en mí, volví a casa por el camino más corto.

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Y venga existencialismo, y venga...
The stranger song - Leonard Cohen

domingo, 12 de julio de 2009

Standing there

El tiempo en los viajes, a pesar de ser relevante por la funcion práctica de estos, no puede evitar ser desdibujado, como si en el medio de transporte hubiese un presente ajeno.
En especial, al tener un asunto o decision en mente, el tiempo se vuelve una tela que te envuelve y te asfixia minuto a minuto.

Yo en aquel viaje de tren tenía algo en mente. Una trivialidad, pero en fin, ya hacía tiempo que habia aceptado que las cosas pequeñas no tienen nada malo, que un adolescente no cambia el mundo.
La chica de enfrente era francamente bonita, nada especial, pero no sé qué habría ese día que sentí que debía saberlo. Porque seguro que lo sabía, solo le haría falta un espejo, pero probablemente no lo sabía. Ellas por desgracia no lo saben nunca, incluso cuando refulgen de veras, que hasta hacen sentir mal, como esa chica. Qué pelo, y qué ojos, y qué todo.

Saque mi pequeña libreta y un boli, y en una hoja escribí Eres muy guapa, con una caligrafía cuidada pero no fría. Me quedé mirándolo. Guapa era una palabra demasiado trivial; yo no quería un piropo, quería que supiese que era especial. En otra hoja escribí Eres muy dulce. Me encanta la palabra dulce, por asociarla a la palabra suave, a lo calmado, y así era ella: tenía una belleza calmada y armónica.

Arranqué la hoja y la doblé dos veces por la mitad. Ella esperaba de pie. ¿Tal vez se baje en esta? No creo, lleva todo el viaje así. Nos acercamos a la estación, y entonces me vino como una luz. Eres preciosa. Me saqué la libreta rapidamente, el tren paró, y en una hoja lo escribí efusivo como una llama. Ella ya bajaba del tren, arranqué la hoja e hice ademán de levantarme...no tenía mucho sentido ya, estaba demasiado lejos. Me senté de nuevo.

Pasé el resto del viaje mirando por el cristal, con el papel arrugado y sudoroso en la mano.

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Knocking on Heaven's Door - Bob Dylan

miércoles, 8 de julio de 2009

As time goes by

Todo era inmensamente extraño.
Pero bien, nada huía de donde siempre había estado.
Y personas pasaban como figuras de madera.
Nadie iba a acercarse, nadie.

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Un poco de cripticismo, si es que esa palabra existe.
One - Johnny Cash

lunes, 6 de julio de 2009

Siguiente

Espero mirándome las rodillas y las manos, a mi alrededor todo es decrepitud. Las toses y los niños llorando, los viejos y las madres. Estas últimas especialmente irritantes ¿Por qué esa inquietud, acaso en casa váis a hacer algo mejor? Los altavoces resuenan de vez en cuando, metiendo molestas vibraciones en mi cuerpo. El aire huele a limpio, tampoco me gusta.

Como quedan aún dos personas delante de mí, juego a pensar qué colores me vienen a la cabeza con dos conceptos. Luego mezclo los colores y las palabras, y miro si coinciden. Hubiese traído un libro, pero no tenía ganas.
Me toca, y la recepcionista deja de mascar chicle para preguntar lo que quiero.
Quiero una cita con el psicólogo.
Me pregunta la causa resumida. Resumida dice, casi me entra la risa.
Problemas existenciales.
Me mira interrogativa, inquisitiva, yo qué sé qué, mientras masca el chicle.
Tendencias suicidas, reformulo, molesto.
Empieza a teclear mientras miro alrededor. Me viene la palabra antiséptico a la cabeza, aunque no sé lo que significa realmente. Las palabras esdrújulas me resultan amarillas. Juego a encadenar palabras, hasta que llego a la de siempre; no sé cómo, todo tiende a eso.

En 5 semanas le viene bien?. Despierto del ensueño. Una cita para dentro de 5 semanas. Empiezo a reirme. Sí, supongo. Va a ser un tiempo interesante.

Tengo un niño detras, al lado de la madre. Me pregunto con qué tiempo de diferencia un niño concibe los conceptos de muerte y suicidio. Si los mezclas, te queda una especie de azul marino, pero más oscuro.

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People are strange - The Doors

Not today

Miénteme.
Miénteme y di que no hay nada especial en este mundo. Que todo es una simple cuestión de azar, y que aquellos te quiero eran verdaderos, y que todo es un juego.

Miénteme. Di que tenéis incómodos silencios, y que a veces parece que no da para más. Que ya no hay canciones que os den escalofríos, que los revolcones ya no son tan adictivos.

No es necesario que me mires a los ojos, es más, puedes escribirlo en un papel. No es cuestión de darme esperanzas, al contrario, quiero saber que no las hay, poder ensuciarme con una calada y que pasen los días.
Miénteme, una y mil veces, antes de que me eche a llorar.


A place to be - Nick Drake

This wasn't meant to be like this.

domingo, 5 de julio de 2009

3

Y vagando por la calle, al escuchar aquella callejera banda de jazz tocando Some of these days, fue como si Dios me fortase el pelo con su mano invisible.
Y me sentía el mismísimo Antoine Roquentin, pensando en cómo reencaminaría su vida llena de vacío.Tal vez Dios no dé empujones a desconocidos para que se acerquen, pero sentía que se esforzaba por hacer vibrar las cuerdas al son más harmónico.
Llamadme pueril o falaz pero creo que está ahí, y en momentos así más intensamente; y me hace sonreír.

Unos metros má allá había como diez veces más personas entretenidas con unos simples saltimbanquis, y eso me deprimía un poco. Pero nada en comparación al fuego que la banda encendía en mí y unos pocos más.

Tal vez sí haya una razón para tirar adelante.

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Clothes of Sand - Nick Drake

viernes, 26 de junio de 2009

1

Desde el momento en que la ciudad me dijo hola con sus manos de cemento, se me quitaron muchas tonterías de la cabeza. Supe que no iba a dormir en un césped, ni a hacer autostop. Dejemos esas cosas para las pelis.Me siento estúpido. He hecho llorar y eso me ha hecho llorar.Tal vez solo son coletazos, llamadas de atención porque algo, o más que algo, no cuadre. Hoy mas que nunca quiero abrazar a alguien.Son las 12. Voy a aguantar despierto hasta que amanezca en la playa. Aunque aún no estoy en ella. Mi cuerpo tiene hambre pero yo no. Aún no estoy en ella, tocando flojo en un sitio, pero deseo gritar How does it feel?, al ritmo de los acordes C F G.Quedan 7 horas para el amanecer.

Pensaba qu estaba vendiéndome algo, pero lo que ese negro estaba repitiendo era "Take it easy man, take it easy" Me ha visto llorar.No puedo dejar dejar de escribir, sale como a presión. Ciertamente, solo estoy contando lo que pasa, pero siento que esto es literatura, y más de lo que nunca lo ha sido, tal vez. De camino a la playa, tengo la incesante necesidad de hablar sólo, de hacer introspección.

He llegado a la playa: no sé si será el lugar o es que el mar es así de noche, pero las olas son muy extrañas. No sé. He de ir con cuidado de no tapar la luz de las farolas al escribir. Debe haber pasado como una hora o así, y estoy con unos extrangeros en la horilla. He tocado un poco, la rubia es bastante guapa. Saben de música.

Hacia las 3 ahogué mis penas con diversos desconocidos. Por la avenida una negra me hizo un interrogativo gesto de chuparla. Sí, había desistido en mi ilusión por ver salir el sol por el mar, puesto que ni siquiera sabía si eso ocurría así. Y aquí me veo, pasadas las 4 en una parada de autobús, con un cantautor borracho con cortes en los antebrazos, diluyéndose el presente con todo, sin saber lo que quiero, ni lo que haré.Desconecto.

jueves, 25 de junio de 2009

Sailing away

Amigos, me fugo de casa. Hoy.

Algunos sabíais ya que era una idea recurrente en mí, pero quedaba como la vaga utopía de un pseudo idealista. He sentido que ahora, en mitad de este apagamiento, quiero dar un paso de la nada hacia la nada.
No sé cuánto tiempo, una semana, un mes o dos, lo que sé es que volveré con la cabeza bien alta. Y daré explicaciones si lo creo conveniente. Tiempo, vaya si tendré tiempo. Para componer y escribir. Para hablar y escuchar. En la luz y en la sombra.

A dónde tampoco lo sé. Lo seguro es que en Valencia me quedaré unas horas como mucho. Por supuesto que tengo cosas pensadas...Madrid, Barcelona, Málaga ...quién sabe si Valladolid incluso. Ya sabes.

El tema de cómo apañármelas, pues bueno, conmigo me llevo la funda de la guitarra, con ésta y mis libretas, algún boli al que le tenga aprecio, y obviamente, bastante dinero. Qe he tenido que ahorrar, pedir prestado, y por el cual incluso mentir. Pero aun así intentaré sacar un extra pidendo voluntades a cambio de tocar por las ciudades.

Tranquilos, quienes necesitéis realmente saber de mí, recibiréis alguna llamada. En fin. Un notable acto de nihilismo para, irónicamente, darle sentido a todo.

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Bob Dylan - Boots of spanish leather

sábado, 20 de junio de 2009

Buscar

Aquel chico pasaba las horas muertas, con el boli en las manos y la mirada perdida. La cara seria, las gafas tocidas. Daba algo de pena.

Cuando empezó en lo de escribir tenía esas ideas de dejar que la inspiración viniese y todo eso. Pero es que entonces rebosaba, necesitaba de ello realmente.
Todo había cambiado desde entonces, y hacía falta buscar una solución, y la buscó en las horas muertas.

Empezó a ver símbolos en todo. Primero en puertas, respirar, pájaros, apagar la luz, cosas así. Pero empeoró. Luego comer, verjas, farolas, maletines...todo tenía una interpretación trascendente. Y extrañamente, lo complejo de las conversaciones y el contacto en general se volvía banal e ilógico.
Y empezó a desvanecerse.

Definitivamente, la literatura lo había vuelto majara.

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A veces las prisas por actualizar hacen que no pueda pulir las ideas, pero bueno.
Bob Dylan - Chimes of freedom

martes, 16 de junio de 2009

Problemas más humanos que existenciales

Estando en el columpio azul, con el subir y bajar y el vientecillo nocturno, hubo algo que me desconcertó. Había dos desechos cerca de mí, y dado lo antiestéticos que resultaban respecto del suelo de goma, decidí recogerlos.
Uno era una botella de plástico a mi derecha, y una lata delante. Fácilmente hubiese podido estirame y cogerlos, pero inexplicablemente quería agacharme a por uno y a agacharme a por el otro, simultáneamente. Deseaba desdoblarme y romper las leyes físicas, sólo por dedicarme por igual a cada uno de esos desechos. La misma dedicación, el mismo afecto. Pero esto era imposible, y me puse a llorar. Sí sí. Tal vez otras circunstancias propiciaron que lo hiciese, pero sin duda era aquella tontería me dolía adentro.
De pronto todo parecía vacío.

Y quién sabe si esos segundos de desconcierto me hubiesen venido cerca de un lugar alto, un puente digamos, lo que hubiese podido llegar a hacer.

domingo, 14 de junio de 2009

Fama

El lirista de aquel grupo era un viejo conocido de éstos.
Llevaban un trato favorable, sin llegar a amistoso.

Era él, realmente, quien hacía llorar a todas esas quinceañeras. Otra cosa es que la gente lo supiese. Cierto es que su nombre salía en los discos, pero para qué engañarnos, quién iba a fijarse.
No tenía a chiquillas detrás que quisieran tirárselo.
No le hacían entrevistas.
Aun así no estaba triste: sabía que sus letras eran buenas. Seguramente poca gente las entendiese en la profundidad que merecían, pero sabía que la culpa, en parte, era suya.
Daba igual.
No era su trabajo cuestionar aquello. Su trabajo era emocionar hablando del fondo de las personas, de las cosas que sólo él veía.

Los de la banda creían aprovecharse de él, pues le pagaban poco. Lo que los pobres no sabían es que, aunque en las sombras, él tenía asegurado un lugar en los corazones de la gente, mientras que ellos, con sus acordes baratos, caerían en el olvido.


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Dedicado a los escritores que se sienten solos.

Bob Dylan - Blowin' in the wind

viernes, 12 de junio de 2009

Echar a volar

Llegados al instituto por la mañana, oíamos por los pasillos el eco de un a pequeña ave. En los pocos minutos que teníamos, no dedicamos a buscarla, pero las sirena frustró el intento.
Y mientras duraran las clases la voz de la profesora se entremezlaba con los aullidos, o como fuese que pudiere llamarle. La gente pronto lo omitió, lo obvió, como un luz estropeada que parpadea y que a larga no molesta. O eso parecía; tal vez, de forma contraria, estaba en la mente de todos.
Sea como fuere, resultaba muy cruel. Para la hora del patio nadie se acordaba ya, pero yo busqué a través de la reverberancia hasta encontrarlo en el rincón bajo las escaleras ¿Por qué tanto piar, acaso había intentado salir de allí? Cogí y lo dejé en un alféizar del segundo piso, el único en el que las ventanas estaban abiertas. Y esperé a que echase a volar, pero se quedó ahí, sonó la campana, y seguía allí, con la respiración aún agitada.

En el descanso entre clase y clase, volví para ver si estaba.
Pero ya no.


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Schubert: Arpeggione sonata

Una semana, y la asfixiante libertad se cernirá ante mí.

lunes, 8 de junio de 2009

Re encuentro

Con Aquello pasé una gran vergüenza, y sentí que ya no podía mirarla a los ojos.

Cómo podría, no tuve valor para merecerla.
Es más, en cuanto pude, la evité por todos los medios posibles, reales o cibernéticos.

Evadirla no fue difícil, mas no fue así con su recuerdo. El recuerdo de Aquello. Se entrometía en cualquier situación, una chispa y lo recordaba todo.
Una Náusea. Si estaba sólo me revolvía para espantarlo, pero con gente me comportaba. Este no es un pueblo pequeño, mas la probabilística estaba en contra mía. Cuestión de meses, un año, dos… Podía mirar las esquinas antes de girarlas, o… en fin, era retrasar lo inevitable.

Ahora ha ocurrido, y con cada paso espejado nos acercamos.
Y el corazón, pum pum, pum pum.

Puede que ella hasta lo haya olvidado. Con lo bonita que es, seguro que muchos otros le han dicho ya lo que yo… no pude.
¿Sabéis? Para algunos, una declaración infructuosa es un golpe grave a su vanidad. Ahora está tan guapa como entonces, o más. Crecida, si, pero… dios, es igual. Fresca, preciosa, avanzando a pasos espejados. Puede que me desmaye cuan…
Pum pum. Las baldosas, rojas y blancas.

“Au” “Adiós”

En las tetas.
No he tenido valor de hacerlo, de alzar la mirada más allá de sus tetas


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El primer relato al que le tuve verdadero cariño.
Schumann - Fantasiestucke

sábado, 6 de junio de 2009

Sol ardiente de Junio

Fruto del conocimiento que ella tenía, de que a mí ese cuadro me derretía como nada, un día me recibió con los mismos ropajes y la misma pose. Y nunca, nunca jamás una chica había combinado de forma tan cruel el blanco y el rojo, para hacer morir de deseo a un hombre.


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Cuando escribo, lo que más me gusta es escoger las palabras concretas de las frases.
En fin, ayer visité Madrid y estuve en el Prado, y para inmensa sopresa, porque el cuadro no pertenece realmente al museo, pude estar a un paso de la pintura que más amo de toda la historia del arte. Y que me inspiró estas dos frases. Y que tiene el mismo título. Sí, sé que los colores no son el rojo y el blanco, pero así quedaba mejor.
En fin, he escrito más explicando el microrrelato que éste en sí, jij.
Michelle-The Beatles

Que paséis un buen finde

jueves, 4 de junio de 2009

Animorfo

Siempre he querido ser un gato.
Y ver los huecos bajos de los coches en hilera, pasando de uno a otro fugazmente. O saltar dos o o tres veces mi altura, o mejor dicho, mi longitud. Saber lo que es frotarme los costados entre unas piernas, haciendo ochos. Poder mirar sin que esperasen nada. Golpear una bola con las patas.
Disfrutar como ellos el sol y la sombra y el viento suave, en el balcón. Y que pasen las personas, y las nubes y el tiempo.

Y tener un amo pianista, que me hubiese puesto el nombre de algún músico romántico. Un pintor. O uno de esos fotógrafos mininófilos. Pero ante todo, tal vez con suerte, tendría un ama a la que no le importase cambiarse de ropa delante de mí.



http://www.youtube.com/watch?v=vktyEV1yrCk

martes, 2 de junio de 2009

Sutilezas

Venga, ahora, hazlo ahora, la tienes en el punto... Mírale los ojos, no era así como te miraba al principio del día. No será por no haber tenido oportunidades: en su cama, en la tienda de batidos, en el parque...
Vamos animal, hazlo de una vez.

Pongamos el caso de que no quiera. Y que aun así me lo acepte. Y aun peor, que fuese la primera vez. No podría perdonármelo.
Sus ojos, sus ojos...como si yo supiese de eso. Me están sudando las manos. Ah, si decir las cosas fuera tan fácil. Todo gestos y miradas mierdas así. Que eso surge dicen. Tal vez sea mejor un rodeo, tocarle el pelo o algo así, unas indirectas... su sonrisa lo era acaso, o no?
Con susurros podría tantear un poco. Si es que me la comía, dios. Tal vez no la merezca, y esto sea forzar lo injustificable...no no, este no va a ser otro fracaso.

La tierra, blanda y mojada, podría ensuciarnos. Pero al parecer no nos importa, estamos bien. Se llena el silencio con un poco de brisa y nuestros pensamientos agónicos. Como qué vera en mí, qué ojos tan bonitos, pero ante todo, vamos animal, hazlo de una vez.


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Qué pobremente elaboro la ideas, dios. Debería haber pensado muchos más detalles, y darle algo más de ritmo, aunque sea una introspección. Tal vez lo haga un poco más largo otro día.

Pas de deux-Tchaikovski
(auriculares si es posible)

lunes, 1 de junio de 2009

Fragmento: Lolita

"Al oír el quejido de su bostezo inicial, fingí un sueño de hermoso perfil. Sencillamente, no sabía qué hacer. ¿Se alarmaría viéndome a su lado, y no en una cama adicional? ¿Tomaría su ropa y se encerraría en el cuarto de baño? ¿Me pediría que la llevara de inmediato a Ramsdale –junto al lecho de su madre–, o de regreso al campamento? Sentí sus ojos fijos en mí, y cuando al fin prorrumpió en ese encantador cloqueo suyo, comprendí que sus ojos reían. Rodó junto a mí y su tibio pelo castaño rozó mi clavícula. Hice una mediocre imitación de alguien que despierta. Permanecimos acostados, sin movernos. Después le acaricié el pelo, y nos besamos suavemente. Su beso, para mi delirante confusión, tenía algunos cómicos refinamientos de ondulaciones y sondeos. Como para comprobar si yo estaba satisfecho y había aprendido la lección, se apartó para observarme. Sus pómulos estaban enrojecidos, el labio inferior le brillaba, mi desmayo era inminente. De pronto, con un ímpetu de rudo entusiasmo (signo de una nínfula), puso su boca contra mi oreja... pero durante un rato mi mente no pudo analizar en palabras el cálido trueno de su susurro, y ella rió, y se apartó el pelo de la cara, y volvió a intentarlo, y a poco la curiosa sensación de vivir en un insensato mundo de sueños recién creado donde todo era lícito, se apoderó de mí, a medida que comprendía lo que mi ninfa acababa de sugerirme"



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Qué decir de Nabokov. Grandioso.
Un suave Chopin para la noche

domingo, 31 de mayo de 2009

Concreción

Leed suave y saboreablemente estas dos frases como no lo hayáis hecho nunca. El relato estará en vuestra cabeza, nada más
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-Vas a perder tu tren
-No importa


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Espero que hayáis tenido una explosión sensorial en vuestras cabecitas.
Pink Moon- Nick Drake

jueves, 28 de mayo de 2009

Decaimiento

Era mi primera vez.
Si hacerlo con una mujer así era moral o inmoral, degradante o aceptable, era una cuestión en la que prefería no pensar. La dureza de las cosas me llevó a aquello.
Se lo comenté, incluso lo de que al terminar “puede que me arrepienta o te diga unas palabras feas”. Sonrió condescendientemente.
Sí, era difícil decir algo.

Maquillaje simple; rimel y pintalabios, el rojo quedaba genial con su pelo negro. Estaba tan bonita que resultaba cruel. Me preguntó si quería luz y le dije que vale, pero muy poca. Empezó con unas caricias por el cuello, el pelo… todo eso. Más dulce de lo que me esperaba. Tanto más.

Se desabrochaba los botones de la blusa lentamente. Creía que con su experiencia habría convertido aquella acción en algo técnico. Pero no; lo hacía aún con cierta… sensibilidad. Probamos pocas cosas, para gusto, creo, de los dos. Y aunque físicamente era una cosa fugaz, yo lo sentía suave, muy suave. Podía sentir el húmedo silencio. El cúlmen llegó inesperadamente, el cual acompañó de unos dejados gemidos.
Solo había, en esos segundos, nuestras respiraciones agitadas.

Me senté al borde de la cama, cabizbajo, y me pasó la mano por un lado de la espalda. Se la aparté. Ella no entendía nada. O tal vez sí, claro, como era puta... Qué asco. Seguía tan encantadora como al principio, y era probablemente lo que más me asqueaba.
Me vestí en silencio mientras ella fumaba, mirándome con un pasivo desconcierto.
Dejé el dinero, abrí la puerta y me marché.



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No sé si llegará a realismo sucio, supongo que tiene un toque.
Un breve y furioso Bach

martes, 26 de mayo de 2009

Acercamiento

Había una chica extraña en una esquina del patio.
Siempre estaba sentada ahí, donde el árbol daba sombra. Y no recuerdo cómo, un día que no tenía nadie con quien hablar, pasaba cerca y me senté a su lado.
Allí me quedé bastantes patios, pero nunca tuvimos muchas líneas de diálogo.

Me encantaban sus silencios, pues eran los más…sinceros. Es decir…no sé, sinceros. No había ese estrés, ese ruido de fondo en los silencios normales; toda ella era placidez. Y era un ácido candor, el querer conocer lo que pensaba, lo que ocultaba, arrancarle unas palabras. Era complicado, por lo que a veces daban ganas de agitarla por los hombros, o lo que fuese que necesitase.

Pero un día, terminadas las clases, la vi en la entrada hablando efusivamente con alguien, moviendo las manos y sonriendo y todo eso. Y que fuese él el objeto de su efusividad, me dejó trastocado. ¿Qué decían, en qué pensaban, qué harían cuando no los viese? Deseaba saberlo todo, y a su vez olvidar que existían. Me fui de allí antes de que aquello me sentase peor. No recuerdo qué más hice.

El día siguiente estaba en la esquina de siempre, solo que con una sonrisa. Y no me acerqué, pero me dieron más ganas que nunca de agitarla por los hombros, o lo que fuese que necesitase.




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Siempre que me preguntaba si había escrito algo sobre ella, le decía que no me salía nada, y ella se dolía. Ahora que se ha ido, y soy yo el dolido, sale a borbotones.
Girl-The Beatles

lunes, 25 de mayo de 2009

Sentir

Se ha puesto a escuchar música, hecha un ovillo en la cama.
Con toda la naturalidad, conmigo delante. Los pies descalzos y la cabeza, de lado, sobre el brazo. Y el pelo flotando, tan deseable toda ella.

¿Qué hago yo aquí? ¿Se acuerda de mí, o es acaso un juego cruel? Tan dulce, tan especial. No puedo entenderla, pero acaso alguien podrá?

Toco su mano, y alza la cabeza, lo justo para que se nos crucen los ojos. Una mirada latente, como la de los gatos.
Tan hermética. ¿Cómo sé si me necesita o si la estorbo? En su silencio parece aceptarlo todo y nada.

Se me salen unas lágrimas, sin saber si por ella o por mí. Suspiro. Está la puerta y está ella. Vuelve a enterrar la cara en su brazo. Ahora son chorros.
Me quito una zapatilla, y luego la otra. Y dejadas a un lado, rodeo la cama para posarme suavemente y abrazarla por detrás. Le beso el cuello, mas me responde con silencio. Puedo escuchar la música escapando de los auriculares.
La boca me sabe a sal. Su pelo huele bien.



domingo, 24 de mayo de 2009

Traslado

Me gusta mucho escribir. Lo difícil es la idea, las palabras vienen solas. Tal vez aquí me lea más gente, aunque me sentiré un poco tonto al ir poniendo historias que ya he publicado y ya me han comentado. No importa. Espero encontrar gente que escriba de verdad. Si la gente escribiera más no habría tantos problemas.
O habría más, pero serían más interesantes, seguro.


No sé cómo irán las cosas para ir conociendo gente, pero supongo que rodará sólo.
Como todo.