miércoles, 16 de diciembre de 2009

Noche

Borracho y perdido, gilipendiado por los giros del destino, anda un caballero en mitad de la noche. Guitarra en mano y traje modesto. Y da sus tumbos aquí y allá, delatores de sus copas de vino. Ni el trabajo, ni el casero, ni las pelis subtituladas de madrugadada le dirán a qué hora volver.

Esta noche el aire está caliente y el cielo vacío. Su cabeza parece seguir un ritmo distinto que el de sus pies, y las farolas, y la gente que pasa desdibujada a los lados. Y algún que otro al verlo con el instrumento dice algo del estilo eeeeh la guitarreta, o hace como que toca con una guitarra de aire.
Esto es algo que corroe considerablemente a nuestro antihéroe, pero va más allá de que se muestren como los gilipollas que son. Sí, es algo peor, una miseria más profunda. En su estado tal vez no está para tachar a nadie de miserable.
Nunca sabe cual será su última noche.

Se sienta en el banco de un parque y busca la luna, pero la luna no está. Por un momento, cree sentir enteramente los remolinos de aire rodeándolo a decenas de metros. Por un momento, acompañado de árboles, lo ve: esa gente le asquea porque nunca entenderán lo que es la música. Nunca entenderán que alguien pueda decir algo importante. Bueno, ellos nunca entenderán nada.

Se pone a decirlo en voz alta, riendo: vivís una broma, desgraciados, encerrados en...
Sigue con el soliloquio hasta una máquina de refrescos dónde, con dificultad al atinar la moneda, se compra una cerveza. Sin, claro. Al sentarse saca de su cartera la foto, esa foto otra vez, y se pone a mirarla mientras bebe. Tan bonita. Mañana la tiro, se dice, mañana.

-Señor, nos toca algo?
La cara le cambia. Levanta la cabeza y ve un par de adolescentes. Lo ha dicho el chico pero es la chica quien sonríe. Les mira tensamente y ellos siguen esperando. Coge bien su instrumento y dice:
-Yo? Yo a vosotros? Claro hombre, cantaré algo bonito para que os podáis ir cogiditos de la mano a tu casa a follar ¿no? - Los jóvenes apresuran a darse la vuelta, asustados por las palabras y su dificultosa dicción. Él sigue - Estáis solos, es que no lo véis? No lo entenderéis nunca! Sois tantos que estáis solos! Todos! Solos!
Para cuando pronunciaba el último solos ya no había nadie cerca. Y se puso a tocar.

4 comentarios:

  1. Sí, los jóvenes son bastante ingenuos. A veces creen que se tienen el uno al otro... y no están dispuestos a renunciar a nada, je. Muy buena entrada. Un saludo.

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  2. "Lo ha dicho el chico pero es la chica quien sonríe."

    Touché.

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  3. pues yo creo que todo el mundo le queda algo para seguir, si no no estaríamos aqui. no hay nadie que esté verdaderamente solo. ¿o sí?

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  4. Bueno, lo de estar verdaderamente solo... creo que es imposible. Lo que tortura es la soledad...

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