Luna vacía, luna que no,
Apareció el hombre de mangas largas,
los dedos huesudos, largos,
casi artropódico y
de sonrisa extraña.
A través de la lluviosa ventana,
Zumbando, lanzado, golpeando con un palo
y parándose en los rincones oscuros
de la habitación.
Parando en un poste de cama
Como un águila de carroña, amable.
Y le arrastra moviendo los dedos
Como un titiritero, obvio y fugaz.
De un salto a la cama y afuera, afuera.
El hombre de las mangas largas
lo lleva a otro lugar.
Justo A tiempo
Curioso lo de:
ResponderEliminar"Como un águila de carroña, amable".
Bueno, estoy harto de comentarios baratos... ¡Habrá que verse las caras, ¿no?! Ya me dices... Un saludo.
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