sábado, 26 de marzo de 2011

Alina

Alina entró en casa cerrando la puerta tras de ella. Con cuidado, suavemente, sin hacer ruido. Llegaba de clase habiendo tomado el autobús a la estación, el tren a su ciudad, y entonces el urbano a casa. Pasaba los viajes normalmente en silencio. Como todo. Su madre estaba en la cocina.

- ¿Ya estás aquí?
- Sí.

Fue hasta su cuarto, caminando raro como sólo ella sabía, medio coja y rozando la mano en la pared. Se le hacía extraño pensarse una persona en el mundo, y tremendamente inexplicable. La cama estaba deshecha aún, y había un montón de cosas en el escritorio.

Dejó la mochila en la cama con pesadez, pero se quedó en el borde y cayó boca abajo. Ella la levantó de nuevo, dejándola en la esquina. Y se tumbó boca arriba con los pies en tierra. No se quitaba de la cabeza el momento de presentar su trabajo. Tal vez leyendo un papel, sí. Rápido, muy rápido. Cada vez que ellos exponían, tenían esa facilidad para contar lo que querían decir, para ser ordenados y sonreír. Siendo su primer año, y en una clase tan grande. La lámpara y su sombra. Pero tan lejos, tan lejos. Cuando está por hablar, siente hay algo que la frena. Era más complicado, en realidad.

Si ellos supieran, lo que hacían las palabras en su cabeza.


Alina se sentaba siempre en sillas apartadas. Prefería llegar un poco tarde para ver si debía sentarse unas filas más atrás, o en la última de alguna sin nadie al lado, puesto que nadie va a pedirle pasar para sentarse al lado inmediato. Le gustaba tomar té para poder pensar mientras se sucedían las clases. A veces sonreía recordando tonterías, pero no con las bromas de clase. ¿Gente común? Ella no sabía nada de esas cosas. Tal vez algún día le gustaría intentarlo, pero no lo tiene claro. Puesto que con cada palabra que pudiera salir de una boca cualquiera, ella sentía morir de pura filantropía.

Sentía que en algún momento, Dios sepa cuándo y por qué, se había tropezado con una piedrecita en su pensamiento. Pero en el esfuerzo por levantarse, cayó aun más estrepitosamente, y quedó enredada para siempre.


Salía de clase rápidamente, siempre. La lámpara y su sombra. No tenía ganas de levantarse. Cada vez que llegaba a casa, le dolía la pierna.

Una vez, de pequeña, tenía que aprender una complicada pieza de flauta para clase. Nadie más iba a tocarla, pero ella quería hacerlo. Cada vez que fallaba, se golpeaba en la pierna con ella. Estuvo así toda la tarde, hasta terminar con la pierna dolorida, sabiéndose la canción. Cuando el profesor le preguntó, ella quiso empezar, pero sólo le salían las dos primeras notas, una niebla le impedía ver todo lo demás. Volvió a intentarlo sin efecto. Recuerda cómo se frotaba la pierna, sin saber qué hacer.

Ellos no sabían la compostura con la que aguantaba todo.


Entonces se levantó y fue al baño. Allí se desabrochó los botones del pantalón, que se bajó junto a las braguitas para poder mear. La taza estaba terriblemente fría, ya por esa época. No le importaba. Podía tocar también el bidet, con la mano y sentir el tacto gélido. Vio algunos cortecitos en sus yemas. Quién sabe cómo. Vio las manchas del suelo. Y una toalla hecha de mil pelitos. Vio el rededor, y sin querer se vio a sí misma, justo los ojos donde empieza el espejo. El pelo cayendo por los dos lados. Apartó la vista rápidamente. No se reconocía. Ya no se veía ni como personaje. Una especie de cero persona, perspectiva decimal. Empezaba a pensar en aceptar con naturalidad su lugar en el mundo.

Al levantarse, su madre preguntaba:
- ¿Sabes ya las notas de clase?
- No, aún no.
Contestó ella, levantando la voz.


Alina entró en el comedor. La televisión estaba enchufada y su madre sentada en el sofá. Sonriendo, pasó la mano por el pelo de Alina cuando ésta se sentó, planteándole hacerse mechas. Ella se la apartó. A veces tenía pesadillas en las que salían sus compañeros de clase. En algunas se besaban entre ellos, y sin razón resultaba horrible. Las risas del día se convertían en muecas ahora.

- Te he hecho puré y un sándwich.
Parecía tan pastoso todo. No quería quedarse allí. Cogió el plato y lo sujetó en su mano izquierda.

- Voy a… - dijo en voz baja, señalando hacia la puerta.
- Oh, está bien.

Fue hasta el cuarto, de nuevo, rozando con las yemas de los dedos. Cerró la puerta, asegurándose de que su madre no venía. Cogió el sándwich y lo metió en el bolsillo pequeño de su mochila. No era ese tipo de chica. Sólo no tenía ganas de comer, pero no era ese tipo de chica. Dejó el puré en su escritorio, y prefirió esperar un poco. Tal vez así. Podría comerse la mitad y decir que no tenía más hambre. Miraba el plato como tratando de encontrarle un sentido, con la luz del sol llegando desde arriba. Se dio la vuelta.

Tras dar un par de pasos, hizo una reverencia, uno de los gestos que le gustaba hacer cuando estaba a solas. El lago de los cisnes resultaba una obra perturbadora. El amor salvando de un hechizo. De alguna manera, el hechizo era un símbolo mucho más fuerte que en cualquiera de los cuentos típicos. Un símbolo de la caída real, con muy poca magia en ello.

Era un ser tembloroso y débil. Perdida en pensamientos espirales y miedo por la vida. Y se preguntaba si nadie la querría así, como alguien a quien mecer con fe. Ella se sentía un gusano, echada en tierra, mientras que el mundo seguía allá arriba, en las nubes, a la altura de la mirada de las personas.

Si ellos supieran lo más mínimo de ella.

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Autumn song - Tchaikovsky
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7 comentarios:

  1. Es raro. No acabo de entender la parte del final, pero supongo que para eso tendría que conocerla y saber lo más mínimo de ella,
    al menos !

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  2. Anónimo17:02

    Una de las mejores entradas de los últimos meses y los subnormales estos no comentan más.

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  3. Anónimo12:47

    Esto si lo había leído.


    A.

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  4. Für Alina.
    http://www.youtube.com/watch?v=c08i_9gumJs&feature=related

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  5. Por cierto, ¡Hola, tú!

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  6. Anónimo15:57

    Por los clavos de cristo. Alina es una desequilibrada mental, con todos mis respetos. Qué mujer.

    ¡Cómete el puré y deja de rallarnos, niña!

    PD: Buen blog.Lo mismo que "Cajón" -Habión- Hay que ser físico nuclear para entenderlo. O un desequilibrado mental, como Alina. Sea como fuere, me quedo. Aunque, ¿a quién le importa?

    Con dios, "Habión"...

    E.T.

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