viernes, 2 de abril de 2010

Laisser d'écrire

Completamente inmerso en pasta de sueño, y ese extraño sentimiento de hermandad. Una clase organizada a modo de barricada, con sillas y pupitres amontonados a la entrada. Aún creíamos poder cambiar algo de un país y una gente cada día más grises.

Para ser sincero en ningún momento supe a qué nos enfrentábamos; la barricada era alta y cuando intentaba acercarme a los chicos que la ocupaban gritando consignas y demás, daban bandazos y no me dejaban. Por ello me limitaba a dar vueltas, intentando que todo ese ánimo reformador hiciese mella en mí. Con suerte allí encontraría, por pura casualidad, un símbolo intenso. ¿Pero era un poco tonto no? Por qué iba a encontrar algo en todo aquel tumulto, físico y real, algo que los demás no hubieran visto. Nubes grises, cristales rotos, chicas en minifalda. Buscar, buscar, dejar de buscar.

La falda de esa chica la hacía verse tan deliciosa. Qué bonitas piernas. No llegué a descifrar si la compañía de las chicas constituía un ánimo o una distracción para la acción de revuelta. Por dios, esos dos se están besando. Esto es cosa de locos. Mira cómo juega con su muslo. Ya sabía yo que no era el único que ser fijaba en ellos.

Esto se pone feo según pasa el tiempo. Jean-Paul no debía haber roto las ventanas con la silla, por más que hubiere sido un acto de genuina rabia. Los ha cabreado y de un momento a otro lanzaran humo y entraran y…Pero ya estamos dentro así que como no saltes por la ventana, sólo te queda seguir.

Toqué a un chico en el hombro. Qué hacemos aquí. Me contestó sonriente con la mirada oscilante entre mi cara y la puerta: Algún día nos recordarán, esto es un acto de fe. Fe.
Tú para qué has venido. Para luchar. El argumento del primer chico me resultó más convincente.

Los gritos aumentaron de tono y una granada de gas se coló en mitad de todos nosotros. La lanzaban afuera y gritaban cabrones una y otra vez. De un segundo a otro todo perdía el sentido y me lanzaba a la barricada de la puerta. Existe el peligro de que acabe creyéndomelo todo, recuerdo que pensé. He de salir de aquí .Brazos cogiéndome las extremidades mientras me encaramaba evitando las puntas de las patas del mobiliario.

Corrí a través del largo pasillo, recuerdo mi camisa de botones ondulándose y las ventanas a mi derecha pasando una detrás de otra. A los pocos metros algo me golpeó en el hombro y me desplomé de espaldas. Sin entender nada me quedé así, inmóvil y con la cabeza ladeada. Una charquillo rojo se extendía ganándole terreno a las baldosas. Intenté atesorar las últimas formas que vi en las manchas del mármol. Esa parece la cabeza de una vaca. Y esa un pie. Esa Francia.




Después de dos meses, he vuelto. Esperemos que cunda.
Il pericolo numero 1 - Renato Carosone

6 comentarios:

  1. Mayo francés... El primer chico tenía razón; pasaron (o pasasteis) a la historia.
    El que no tiene razón es Renato Carosone: el peligro número uno no es la mujer, hay peligros mucho mayores.

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  2. Puede que esté un poco... corta de entendederas, pero no sé bien qué te parece exagerado. Escribo siempre así.

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  3. Tal vez se te ha evaporado demasiado rápido el tiempo, pero has vuelto, de nuevo. Me gusta leerte, sin más enredos.

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  4. Ah, pues escribo siempre así.

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  5. por fin vuelves. y menudo regalo me has dejado en el blog, esta canción es preciosa:)

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  6. Quiero un poco de pasta de sueño :)

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