miércoles, 11 de noviembre de 2009

Infinitivo

Como el pitido del teléfono cuando aún no has marcado. Una frecuencia ácida y chirriante. Así era el dolor de cabeza que aquella noche, la más sufrida que mi cama ha presenciado, me sobrevino tras la visita a la clínica.

Con las manos apretaba fuertemente la cara, por los ojos y nariz tan fuerte que cortaba el riego y deformaba el cartílago. Asimismo, los dientes apretaban fuertemente y estos se aplastaban contra las encías, que sentía débiles, adormecidas. Calmando el dolor. Todo ayudaba.

De uno de los lóbulos bajo la carne de los labios, siendo tal el tormento, mordí hasta hacerme sangre. Bebí de la botella al lado de la cama, sin poder evitar que algo de sangre se escapase. Entonces se arremolinaba en mitad del agua. Era como un sueño horrible, y procuraba no pensar ni en el momento, ni en el mañana, ni en nada.

Sentía la cabeza acelerar y decelerar con el mínimo movimiento. Por supuesto sin poder dormir. Quería convertirme en un diminuto punto, reducirme hasta que el dolor quedase fuera de mi esfera. Me sentía una mancha chirriante. E iba a más.

¿Es que esta mierda no va a hacer efecto nunca? Cogí el prospecto y revisé las dosis…estaba bien, esto de…anti-inflamatorio? Dios, dios. Me levanté con las piernas temblorosas y fui tambaleándome por el pasillo, poniendo las manos en las paredes, hasta la cocina. La sobreimpresión de la luz atacó mis ojos. No sabía qué hora era, no sabía qué era nada.

Eché afuera todo el estante de los medicamentos y busqué unas aspirinas. El Valium y la Doxilamina parecían reírse de mí. Encontré el Efelgarán justo detrás de ellos. Cogí una pastilla y lo metí en un vaso de agua, para ir directo a mí boca. El chirrido seguía en el aire, en mi cabeza, en los muebles.

Huí a un rincón de la cocina con las piernas apretadas contra el pecho. Unas lágrimas calientes, muy calientes, resbalan por las mejillas. Y balanceando hacía delante y atrás, rezaba para que aquello pasase de una vez. Que se vaya por favor.
Que se vaya.

7 comentarios:

  1. Muy bien descrito el máximo dolor, el sufrimiento.

    Enhorabuena!

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  2. "No sabía qué hora era, no sabía qué era nada."

    (Applause)

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  3. Uou! tu también te pasas por el Dorado verdad? Nunca hemos coincidido! Yo escribo poesía. Me mola lo que escribes, un placer leerte y aver si nos vemos algún día! un saludo

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  4. ¿También tienes migrañas?

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  5. Zas, zas, zas.

    Cómo mola, tío. De los mejores que te he leído, a mi parecer.

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  6. ¡Pobre! ¿Pero qué hizo para estar tan mal?
    Un beso MUYGRANDE :)

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