domingo, 15 de diciembre de 2013

La nuit

Al dar las buenas noches a alguien, mi cabeza se concentraba en una esfera de calidez, rebuscando cómo comunicar que le deseaba la posibilidad de un sueño a medio recordar, que llenara de sonriente trascendencia su día siguiente. Como uno de esos Andante de Schubert, en los que modula su desarrollo a un color donde el intérprete no produce un suspiro, sino que la ternura es descubierta sin querer, atónito y abrumado, en un caminito de bosque insondable. Quedaba mirando las baldosas, deseando acariciarlo todo.

Cubierto de mantas, a oscuras ya, pensaba que habría una manera de tocar ese teclado invisible, de crear un acogedor hogar, íntimo y compartido. No le daba las buenas noches, simplemente se las deseaba.