miércoles, 6 de enero de 2010

Cerca

Curiosamente la problemática Roxanne jamás lloraba en clase. Pero luego volvía a casa y sin verla nadie, se hinchaba a hacerlo. Y a las paredes decía: menos mal que no me da por llorar en clase. Pero en el fondo deseaba llorar en clase, así, espontáneamente, y que todos fueran en coro a preguntar qué le pasaba.
Y decir que no era nada, que llorase otro día y otro hasta que se le irritasen los párpados de frotarse los ojos y la enviasen al psicólogo. Cuando éste aceptase lo complejos que era sus problemas adolescentes entonces, sólo entonces, podría respirar tranquila.

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