Estaba tumbada. Y al tumbarse al lado, y ver a qué sabe el silencio… Al simple estar, besando y mirar a los ojos y lo notas. Un fugaz destelleo que se disuelve. La voz que dice A mí me gustaría estar aquí, pero las cosas son complicadas. Y perturbadoramente su voz es eco en la habitación de tu cabeza, su voz son pinturas que tienen un sentido. Me gustaría estar pero correas tiran de mí hacia atrás. Perro malo, ahí no. Personas no. Mundo no. Tumbarse es el estado último, y mil pensamientos así. Oh, y si quieres venir ven, si no no pasa nada. Si va a ser lo mismo, amor. Aquí y allá. Aquí al menos hay silencio. ¿No se está así bien? Obviamente nos inhabilita. Para lo útil y práctico en el mundo del bienestar bienestante claro, pero otros caminos. Caminos de bosque, y si quieres probar suerte. Suerte de qué. ¿En el espíritu? De un remolino de viento puede salir un avión, pero mon amie…eres lo que eres. La misma serpiente.
Y ella está ahí, de nuevo. ¿Estaba? No me acordaba. Así que esto es su cabeza. Fetal y fatal. Mil páginas así, la odisea del hombre contemporáneo. Individualidad y fondos de gestión. Esto me da miedo, amor. Y precisamente cuanto más miedo, más me daba ella la mano. Más era yo y ella. Cuanto menos todo lo demás. Como tú. Irrelevante. Ven, mi amor, al blanco y el azul oscuro. La brisa. Ven, amor, a la posición fetal conmigo.
He cambiado de opinión, dice. No da igual que estés. Quiero que estés. Quédate. Tú puedes no ser el mundo, si quieres. Quédate. Como en la canción. Yo te inventaré palabras locas que tú comprenderás. Que tu comprendra. Jung decía, decía…este hombre y su hija comparten el mismo torrente mental. Sólo que él lo puede convertir en libros. Pero ella… The Wild Lucy. Y de repente ella me empuja y todo es extraño. Las cosas dejan de ser fetales y fatales con el mismo peso, y se difractan. Y es coger primero la mano para acercar y abrazar. Y aunque estemos en el país de las maravillas, confiar en que las películas tienen razón. En que eso calma a las mujeres. Shhh, shh. Volvamos al mundo, te parece? Bien. Pero como decía…aún estando aquí, estás lejos. Y el problema no es que no te quiera. Es que no te recuerdo.
Y lo decía así, susurrando, y se quedaba en el aire.
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