El chico de 13 años, de pelo negro y ojos curiosos e inertes, con problemas de tartamudeo casi resueltos, en pijama y asustado, taquicárdico, vio salir con parsimonia a esa vecina que a veces había visto, la chica a la que calculaba de 20, de su edificio común, que ahora estaba medio en llamas. Él esperaba entre los asustados vecinos, pertenencias salvadas y bomberos trabajando, con las llamas y las luces de los camiones alumbrando en mitad de la noche. El humo y el agua ensuciaban el aire de la noche. Los bomberos hasta el momento habían captado su atención, por la rapidez y la eficacia con la que trabajaban, aunque no entendía por qué un fuego costaba tanto de apagar.
Pero cuando la vio, se le olvidó todo lo que había a su alrededor. Salió del edificio y con lo que a él le resultaron pasos lentos y perfectos, se colocó en la acera enfrente del edificio, justo donde esperaba él entre la gente asustada. Pero ella no parecía asustada en absoluto. Llegó con calma y se colocó a la derecha del chico, con unos pantalones de pijama, y una camisa manchada de hollín bajo la que se ocultaban unormes pechos, de los cuáles él aún no entiendía de tallas, pero en los que en realidad nunca se había fijado, tampoco.
Se puso un cigarrillo en la boca y sujetó el mechero en su mano izquierda, lo que hizo pensar al chico que sería zurda como él. Entonces levantó la cabeza y pareció querer alinear en una misma línea de visión la llama del mechero y la ventana de la que se veía más fuego salir, como disfrutando de ello. El chico quedó fuertemente impresionado, pero se dio cuenta de que su corazón ya no estaba tan agitado como antes, y por extensión podía decir ya no estar nervioso. Se le ocurrió entonces dar un paso del que no se hubiese creído capaz, y le preguntó:
- ¿Has empp-pezado t-tú el fuego?
Ella se quedó mirándole con unos ojos más abiertos de lo normal, durante unos segundos que se le hicieron más largos de lo normal, y entonces rió moderadamente.
- ¿Te gustaría que se quemara todo? I've set my house on fire, eso lo decía una canción. Le he prendido fuego a mi casa, por si no sabes mucho inglés. No me acuerdo del título , si me acuerdo luego lo digo. Luego... también está lo de le rouge et le noir, con la de Brel, que se parece a esto. - dijo, señalando a su alrededor - El rojo y el negro, claro, por si no sabes mucho francés. Y deberías escuchar La mer, también, es muy bonita. Fuego, agua, todo es un poco lo mismo. Espero que no se ponga a llover.
Dijo todo esto muy rápido, más rapido de lo que hubiese escuchado hablar a ninguna persona, casi sin que le diese tiempo de entender qué relación tenía cada frase con lo anterior. Pensó en volver a hacer la pregunta, pero se quedó mirándola impresionado, mientras que ella sólo le miró un segundo y luego alzó la cabeza hacia el incendio. Él se fijó a la luz del fuego en que ella no debía llevar sujetador, porque notaba una pequeña sombra en el centro de ambas, un pequeño relieve. Nunca se había fijado en un detalle así, y en el momento le resultó tremendamente excitante.
- Estas cosas se las fuma el viento, eso lo decía un amigo mío. - dijo ella, levantando un poco el brazo para mostrarle el cigarro, aunque fuera el más cercano a él. Se quedó mirando su pelo negro, ondulando por el viento, pero quedándose en su mismo sitio. Entonces ella señaló a una alcantarilla a donde llegaba un pequeño cauce de agua, y aunque él esperaba que dijesese algo, se queda en silencio mientras los dos miran el agua fluir. Entonces ella miró hacia delante y al chico le pareció que estaba pensando si decir algo o no. Entonces, siguió:
- De pequeña vi a un hombre fumar en un incendio, en nuestro viejo edificio. Yo estaba enamorada perdida de él. Tendrías que ver cómo movía las manos, era maravilloso. No me refiero a eso...- entonces rió, pero el chico no entendió por qué.- Y por eso luego empecé a fumar. Pero tú no fumes, eh. No deberías fumar. Me gusta cómo mueves las manos tú, también. - dijo, señalándoselas. - Distinguished manners. Pero sin punto de comparación, eh.
Él se las miró, pero entiendió a lo que se refería, porque no le había parecido que las estuviera moviendo en ningún momento. Ella se apartó para dejar pasar a un bombero que le había tocado el hombro. Miró el tirante izquierdo de la camisa de ella, y la imaginó a ella dejándole soltarlo a un lado. ¿De dónde había salido una chica tan extraña? Él nunca había visto a nadie hablar ni portarse así.
- Ojalá tuviera una cámara a mano. ¿No te parece bonito? - dijo, señalando el edificio en llamas - Me gustaban las cámaras viejas, así manuales, aunque la mitad de fotos me salían quemadas. Estoy soltando muchas palabras relacionadas con el fuego, ¿no es cierto? Será el subconciente. La diferencia entre una fotografía y un fotograma, eso sí lo di. En el cine hay recursos que a veces los gastan y ni los directores saben qué significa eso. Estaba esta peli de Rosellini, o Pasolini, uno de esos, que salía un chico tartamudo y todos los críticos discutiendo qué significaba, no se ponían de acuerdo y él no lo dijo. En fin. Si me acuerdo la diré luego.
Al chico le extrañó que en ningún momento pareciese querer que él hablase, o que se incomódase al ver que no lo hacía. Pensó en decir algo, pero se sintió mal, porque no creyó que pudiese decir nada tan interesante como todo lo que ella decía, a pesar de que tampoco estaba entendiendo mucho. Se imaginaba besándole la cara y besándole los pechos apartando la tela, como nunca le había hecho a ninguna chica. Se imaginaba dejando toda su ropa en un montón al lado de la cama, como hacía al ir a dormir, pero con ella al lado.
- Sí, ya sé que habló demasiado de pelis y todo eso, es que no sé hablar de otra cosa. No sé, me gusta. El ballet en cambio no, no, nunca le he visto la gracia. Tenía un profesor que decía que no le gustaba porque él no tenía sensibilidad. Fue gracioso. Quiero decir, todos pensamos cosas así pero nunca las decimos. La naturaleza y todas esas cosas, preferimos decir que sí, que nos gustan, pero sabemos que no. Y la gente a la que de veras le gusta no lo dice, es absurdo.
Creía que empezaba a tener una erección. Miró la goma del pantalón de su pijama, descubriendo que no se notaba mucho por el momento, y el de ella, que dejaba ver una marca en su cintura hecha por la presión. Se imaginaba metiendo la mano bajo ellas sin quitárselo, la imaginó a ella dejándole hacerlo. La imaginó diciéndole palabras bonitas y complicadas sólo para él, mientras él la descubría y conseguía hacerla excitarse poco a poco, conmovida con sus tímidos intentos primerizos.
- Los ventiladores en las películas representan el deseo, ¿sabes? Bueno, lo de los objetos representando cosas ya les viene mucho de las novelas del diecinueve. Pero películas, hablaba de películas. Las clásicas en blanco y negro suelen estar bien. Algunas son lentas, pero es falsearlo un poco, ¿no? Quiero decir, nosotros vivimos en un mundo rápido, tropezándonos con todo y se nos olvidan las cosas, no veo por qué hay que hacer películas bonitas. Luego la gente quiere cosas que no existen. Aquello sí fue una película, sí.
Ella dio un suspiro apagado y dio una calada. Dejaba su mano en el aire, a mitad entre ellos dos con el cigarro entre los dedos índice y corazón, y una fina hilera de humo se elevaba hasta torcerse y desaparecer. Se la imaginaba quitándose la ropa delante de él mientras decía todas esas películas bonitas en blanco y negro que aún no había visto. Quería que le susurrase cosas bonitas. La erección le llegó al punto máximo, y no quiso verlo de la verguenza que a él mismo le hubiese dado, así que se giró hacia el otro lado, medio de espaldas a ella, esperando que no lo hubiese visto antes. Ella siguió hablando, y él se preguntó si le estaba hablando a él, si pensaba en si le estaba escuchando o no.
- ¿Sabes cuántas palabras dura un cigarrillo? Según, claro. Pero una vez el las contó. Él estaba sentado en la cama y yo de pie y me dijo que hablara así como estaba y que él las contaría. Dijo que dije 623 palabras. Aunque tenía un poco de frío, y cuando tengo frío hablo más rápido aún. Yo de pequeña es que le hablaba a todo el mundo y ellos no me hacían caso, así que estoy un poco ida, pero sabrás disculparme. Si quieres que me vaya puedes decírmelo. Tenía un juego que era hacer palabras con las letras de los coches, así todo el rato y juntando varias, y hacía frases, pero nadie quería jugar a eso. Creo que me he dejado el diario que había empezado a escribir. Hace años también tenía uno. Está bien eso de capturar el momento, luego te se queda y parece que has vivido mucho.
El chico sintió que hubiera podido meterse entre las llamas para buscar y poder quedarse con ese diario por el que ella no tenía demasiado aprecio. Le gustaría leer todo lo que había hecho en esos años; si sentía algo debajo de ese aspecto seco, si había cometido errores, si alguna vez ella había sido algo parecido a él. Sin embargo se quedó allí quieto, esperando la próxima cosa que saliese de la boca de ella. Ella dio una calada, que retuvo unos segundos, y tras soltarla siguió:
- Y aquel hombre... no sé, me preguntaron todos luego preocupadísimos porque yo era pequeña y qué iba a decirles. Que me había engañado y todo eso. No sé cómo empezó, recuerdo una vez en el ascensor que volvía de la escuela, pero ya no sé si lo estoy mezclando con otras cosas o... Antes creía que no me gustaba o que le había odiado, pero no me acuerdo, ¿cómo me voy a acordar? Pero al final siempre te das cuenta de que eso ya lo sabías. Te atontas con las escenas bonitas, pero también sabes que es lo único que quieres. Todos queremos perdernos un poco, ¿no te parece? Le damos simbolismo a las cosas porque nos aburrimos. Bueno, algunos. Quiero decir, eso de personas buenas o personas malas, todos intentamos apañarnos como podemos, ¿no? No sé, estoy desvariando mucho, ¿no crees?
Se preguntó si todas esas preguntas eran de las que no se esparaba que uno las contestase, o si precisamente era lo único que necesitaba. Se sentía confuso. A ratos le parecía al chico que ella hablaba de algo triste, pero no llegaba a entender nada. Ella no parecía triste. Quería estar con ella aún sin saber qué hacían las personas mayores, aparte de eso en la cama. No sabía si ella podía meterse en un grupo llamado personas mayores. No podía apartar la mirada de ella. Los demás adultos no parecían como ella, ella parecía saber algo que los demás no. Con ella resultándole suficiente que se fijase en ella y sólo en ella. Él sabía que nunca iba a poder resultarle interesante, porque nadie le había enseñado a ser así nunca.
- Y yo hablo tanto. Por eso digo que fumar a mí no me hace casi daño. No le doy casi caladas. Me preguntan por qué fumo, no sé, es una cosa absurda, la haces y ya está. La vida es un cigarrillo, quién decía eso. Si me acuerdo luego lo digo. Ya te había contado lo de aquel hombre. En realidad no recuerdo si era un chico o un hombre, igual eres demasiado pequeño para entender esas cosas que hace la memoria. A la recherche du temps. Hay gente que habla de congelar el momento, pero eso en un poco angustioso, ¿no crees? Yo lo dejaría más en formol, ¿Sabes? Así flotando.
Luego, en silencio, por un momento le pareció que ella iba a llorar, pero se fijó y no le cayó una sola gota. Él quería abrazarla aunque solo le llegase por el pecho y hacer que no pensase más en todo eso. Ya no tenía la erección de antes, ni pensaba en eso siquiera, pero seguía pensando en sus pechos, quería escalarla, quería que ella la albergara y le dijese que podría quererse, aunque fuese algún día. Un hombre salió del edificio junto con un bombero y los médicos le socorrieron, lo cual hizo que el chico se diera cuenta de repente del lugar en el que estaba, ya que escuchándola a ella a hablar se había olvidado de todo lo demás.
- Hacía mucho que nadie me escuchaba tanto hablar - dijo, y luego se quedó mirando el vacío y se le marcó una sonrisa que parecía haberle venido sin querer. - Mucho, mucho. Pero ni punto de comparación. Es una razón fea, en realidad. Todos intentamos sobrevivir. Cuando lo del ascensor volví llorando a casa, tenía rojo en la muñeca, sí - dijo, rodeándose la muñeca izquierda con los dedos índice y pulgar de la mano derecha.- pero no me hizo daño tampoco. No me acuerdo. No sé por qué lloraba. Creo que entonces lo supe y con el tiempo se me olvidó. Pero él me escuchaba tan bien. Él se agachaba y me miraba detrás de sus gafas, y me decía que le contase más. Aunque lo hiciese por eso, pero no importa, iba a parte. Él me escuchaba maravillosamente.
Ella dio una calada. ¿Por qué no dejaba de hablar de ese hombre que le había hecho algo malo? No llegaba a entender lo que estaba diciendo, pero ella tampoco parecía que hablase para que se le entendiese. Parecía hablar para llenar el tiempo, y al chico le hubiese gustado que se callase, sentía que de alguna manera ella quería que alguien también dijese algo, pero no se sentía la persona adecuada para hacerlo. Sentía que ninguna persona en el mundo podía decirle nada a esa chica.
- Somos un absurdo, ¿no te parece? Si te fijas en todo lo que te va a pasar los próximos años, todo lo bonito que vayas a hacer te lo habrás inventado. Hacer escenas bonitas, eso es todo. Luego haces las escenas feas bonitas también, para que te dure un poco más, pero es lo mismo. Te lo crees, no te lo crees, va por temporadas. Que por qué fumo, yo qué sé por qué fumo, lo hago y ya está. Fumo en balcón por la mañana y tiro el cigarrillo, qué más razón quieres. A veces un cigarrillo es lo mejor que te pasa en todo el día. Anoche le hice un travelling con la mirada a esa farola y ciertamente fue lo mejor que me pasó ese día.
Al chico le entraron ganas de llorar y no sabía por qué. No sabía si quería ser como esa chica, no sabía si quería entender todo lo que hablaba, no entendía por qué no esperaba que él contestase en algún momento, no sabía si él podría ser algo tan bonito como ella. No sabía bien si la pena de ella le importaba o no, como no sabía casi si su propia pena le importaba.
- Oye, estoy desvariando mucho. Pero me alegra ver que no te caigo mal, por lo que parece. En fin, chico, ¿y tú qué?
A él le dio un fogonazo el corazón, y pensó en si sería una de esas preguntas a las que no se esperaba que respondiese, tal vez porque deseaba no tener que responder. Cómo podía acabar pareciéndole bonito llorar. Su casa estaba quemándose, por culpa de esa chica se había olvidado de que su colección de juegos se estaba quemando, a su padre casi le cae un trozo de la escalera encima, ¿por qué se había puesto a hablarle? No quería verla nunca más, le dijo un sorpresivo sentimiento, que fue solapado por su extremo opuesto, rápidamente.
- Todos somos una peli. Una puta peli. Absurdo. No me hagas mucho caso.
Ella miró alrededor en silencio y tiró el cigarrillo al suelo, aún humeante.
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I'll try anything once - The Strokes
miércoles, 26 de octubre de 2011
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DIOS.
ResponderEliminarUno de los mejores últimos relatos que he leído de ti. A tocado algo dentro de mí, no sé muy bien el qué, será porque me siento algo identificada con uno de los personajes, aunque no sea más que una película.
Saludos.
Me gusta mucho cuando aparecen niños en tus relatos.
ResponderEliminarEs de lo mejor que has escrito en estos últimos meses.
ResponderEliminarExisten cosas incomprensibles. Surrealistas. Aunque tampoco me hagas mucho caso.
J.
Acaba'l que ara volem saber el final (si en té, clar) m'agrada el teu estil, quan dispose de temps miraré entrades anteriors!
ResponderEliminarMe gusta más la idea que cómo está escrito. El diálogo de la chica es muy forzado y pobre, pero la parte de la narración está muy acertada.
ResponderEliminar¿Soy el único al que este relato no le parece más que un conjunto de tópicos manoseados y delirios culturales?
ResponderEliminarSé que sí.
La chica es un ser idealizado, no tiene necesidad de ser más que un delirio cultural que impresione a un jovencito sin criterio. El trasfondo del relato va un pelín más allá de la descripción del encaprichamiento. Lo cual no pretende ser ninguna justificación de la hipotética calidad del relato.
ResponderEliminarQué anónimos más pedantes te echas, V.
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