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martes, 2 de junio de 2009

Sutilezas

Venga, ahora, hazlo ahora, la tienes en el punto... Mírale los ojos, no era así como te miraba al principio del día. No será por no haber tenido oportunidades: en su cama, en la tienda de batidos, en el parque...
Vamos animal, hazlo de una vez.

Pongamos el caso de que no quiera. Y que aun así me lo acepte. Y aun peor, que fuese la primera vez. No podría perdonármelo.
Sus ojos, sus ojos...como si yo supiese de eso. Me están sudando las manos. Ah, si decir las cosas fuera tan fácil. Todo gestos y miradas mierdas así. Que eso surge dicen. Tal vez sea mejor un rodeo, tocarle el pelo o algo así, unas indirectas... su sonrisa lo era acaso, o no?
Con susurros podría tantear un poco. Si es que me la comía, dios. Tal vez no la merezca, y esto sea forzar lo injustificable...no no, este no va a ser otro fracaso.

La tierra, blanda y mojada, podría ensuciarnos. Pero al parecer no nos importa, estamos bien. Se llena el silencio con un poco de brisa y nuestros pensamientos agónicos. Como qué vera en mí, qué ojos tan bonitos, pero ante todo, vamos animal, hazlo de una vez.


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Qué pobremente elaboro la ideas, dios. Debería haber pensado muchos más detalles, y darle algo más de ritmo, aunque sea una introspección. Tal vez lo haga un poco más largo otro día.

Pas de deux-Tchaikovski
(auriculares si es posible)

jueves, 28 de mayo de 2009

Decaimiento

Era mi primera vez.
Si hacerlo con una mujer así era moral o inmoral, degradante o aceptable, era una cuestión en la que prefería no pensar. La dureza de las cosas me llevó a aquello.
Se lo comenté, incluso lo de que al terminar “puede que me arrepienta o te diga unas palabras feas”. Sonrió condescendientemente.
Sí, era difícil decir algo.

Maquillaje simple; rimel y pintalabios, el rojo quedaba genial con su pelo negro. Estaba tan bonita que resultaba cruel. Me preguntó si quería luz y le dije que vale, pero muy poca. Empezó con unas caricias por el cuello, el pelo… todo eso. Más dulce de lo que me esperaba. Tanto más.

Se desabrochaba los botones de la blusa lentamente. Creía que con su experiencia habría convertido aquella acción en algo técnico. Pero no; lo hacía aún con cierta… sensibilidad. Probamos pocas cosas, para gusto, creo, de los dos. Y aunque físicamente era una cosa fugaz, yo lo sentía suave, muy suave. Podía sentir el húmedo silencio. El cúlmen llegó inesperadamente, el cual acompañó de unos dejados gemidos.
Solo había, en esos segundos, nuestras respiraciones agitadas.

Me senté al borde de la cama, cabizbajo, y me pasó la mano por un lado de la espalda. Se la aparté. Ella no entendía nada. O tal vez sí, claro, como era puta... Qué asco. Seguía tan encantadora como al principio, y era probablemente lo que más me asqueaba.
Me vestí en silencio mientras ella fumaba, mirándome con un pasivo desconcierto.
Dejé el dinero, abrí la puerta y me marché.



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No sé si llegará a realismo sucio, supongo que tiene un toque.
Un breve y furioso Bach

martes, 26 de mayo de 2009

Acercamiento

Había una chica extraña en una esquina del patio.
Siempre estaba sentada ahí, donde el árbol daba sombra. Y no recuerdo cómo, un día que no tenía nadie con quien hablar, pasaba cerca y me senté a su lado.
Allí me quedé bastantes patios, pero nunca tuvimos muchas líneas de diálogo.

Me encantaban sus silencios, pues eran los más…sinceros. Es decir…no sé, sinceros. No había ese estrés, ese ruido de fondo en los silencios normales; toda ella era placidez. Y era un ácido candor, el querer conocer lo que pensaba, lo que ocultaba, arrancarle unas palabras. Era complicado, por lo que a veces daban ganas de agitarla por los hombros, o lo que fuese que necesitase.

Pero un día, terminadas las clases, la vi en la entrada hablando efusivamente con alguien, moviendo las manos y sonriendo y todo eso. Y que fuese él el objeto de su efusividad, me dejó trastocado. ¿Qué decían, en qué pensaban, qué harían cuando no los viese? Deseaba saberlo todo, y a su vez olvidar que existían. Me fui de allí antes de que aquello me sentase peor. No recuerdo qué más hice.

El día siguiente estaba en la esquina de siempre, solo que con una sonrisa. Y no me acerqué, pero me dieron más ganas que nunca de agitarla por los hombros, o lo que fuese que necesitase.




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Siempre que me preguntaba si había escrito algo sobre ella, le decía que no me salía nada, y ella se dolía. Ahora que se ha ido, y soy yo el dolido, sale a borbotones.
Girl-The Beatles

lunes, 25 de mayo de 2009

Sentir

Se ha puesto a escuchar música, hecha un ovillo en la cama.
Con toda la naturalidad, conmigo delante. Los pies descalzos y la cabeza, de lado, sobre el brazo. Y el pelo flotando, tan deseable toda ella.

¿Qué hago yo aquí? ¿Se acuerda de mí, o es acaso un juego cruel? Tan dulce, tan especial. No puedo entenderla, pero acaso alguien podrá?

Toco su mano, y alza la cabeza, lo justo para que se nos crucen los ojos. Una mirada latente, como la de los gatos.
Tan hermética. ¿Cómo sé si me necesita o si la estorbo? En su silencio parece aceptarlo todo y nada.

Se me salen unas lágrimas, sin saber si por ella o por mí. Suspiro. Está la puerta y está ella. Vuelve a enterrar la cara en su brazo. Ahora son chorros.
Me quito una zapatilla, y luego la otra. Y dejadas a un lado, rodeo la cama para posarme suavemente y abrazarla por detrás. Le beso el cuello, mas me responde con silencio. Puedo escuchar la música escapando de los auriculares.
La boca me sabe a sal. Su pelo huele bien.